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Terapias
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Tipos de terapia: ¿cuál es el mejor para ti?
La terapia psicológica es una herramienta invaluable para abordar los desafíos emocionales y mentales que enfrentamos en nuestra vida diaria. Existen diferentes tipos de terapia que se adaptan a las necesidades y preferencias individuales de cada persona.
Lo mejor para encontrar la terapia ideal para ti es explorar los diferentes enfoques de terapia psicológica, cómo pueden contribuir a tu salud mental, y hablarlo con tu psicólogo para comparar puntos de vista y opciones.
Tipos de terapia más populares
Antes de empezar con los diferentes tipos de terapia, es importante recordar que cada persona es única y puede responder de manera diferente a los enfoques terapéuticos, de ahí que sea fundamental dejarse aconsejar por profesionales cualificados.
Terapia cognitivo-conductual (TCC)
La TCC es uno de los enfoques más populares y considerados más efectivos de la psicoterapia. Su objetivo es identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos y los comportamientos problemáticos, reemplazándolos por otros pensamientos más saludables y adaptativos.
¿Para quién es esta terapia?
Es especialmente útil en casos de ansiedad, fobia social, depresión, pánico, trastornos de estrés postraumático, trastorno obsesivo compulsivo, y similares.
Psicoanálisis
Forma de tratamiento intensivo basada en la observación de comportamientos y emociones que el paciente desata inconscientemente. Este tipo de terapia explora cómo afecta esta inconsciencia a nuestra forma de interactuar con el entorno en el presente. Tal y como desarrolló Sigmund Freud, se basa en que nuestro comportamiento está asociado inconscientemente a los conflictos que tuvieron lugar durante nuestra niñez.
¿Para quién es esta terapia?
Para gente con problemas que generan mecanismos de defensa, pesadillas constantes, emociones y pensamientos negativos, casos de estrés post traumático, etc.
Terapia psicodinámica
Derivada del psicoanálisis, esta terapia se basa en la idea de que los problemas emocionales y mentales tienen raíz en experiencias y conflictos pasados, que puede que todavía no estén resueltos. Los profesionales que practican esta terapia trabajan junto a los pacientes para explorar y comprender los eventos de su pasado que podrían estar influyendo en su presente.
¿Para quién es esta terapia?
Se utiliza para trastornos de ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo, fobias, y otros tipos de trastornos de personalidad.
Terapia humanista Gestalt
Desarrollada en los años 40, esta terapia se centra en el desarrollo del individuo, promoviendo la autorrealización y el crecimiento personal ante todo. Los terapeutas de esta corriente brindan un ambiente de apoyo, un lugar seguro donde los pacientes son capaces de explorar su potencial y encontrar un significado y/o un propósito para sus vidas.
¿Para quién es esta terapia?
Para todas aquellas personas que buscan crecimiento personal o sienten que no hay coherencia entre lo que sienten y lo que hacen.
Terapia neuropsicológica
Se encuentran específicamente dirigidas a pacientes con daños cerebrales o del sistema nervioso. En este tipo de terapia, se necesita la atención y colaboración de varios expertos: neuropsicólogos, psiquiatras y neurólogos.
Terapia sistémica
Su meta es darle importancia a las relaciones sociales en la vida de cada persona, proponiendo nuevos modos de interacción y buscando alternativas a dinámicas que ya no funcionan en nuestras relaciones.
Hay una versión llamada terapia sistémica breve, que utiliza los principios de la terapia sistémica, pero tratando de manera individual al paciente.
¿Para quién es esta terapia?
Es una de las más utilizadas para resolver tanto problemas familiares como de pareja y amigos.
Terapia de pareja
En este caso, la terapia se centra en mejorar la calidad de las relaciones y abordar y superar los conflictos y retos a los que se enfrentan las parejas. Los terapeutas que la realizan ayudan a las parejas a desarrollar habilidades de comunicación efectiva, resolución de problemas y, en consecuencia, a fortalecer su vínculo emocional.
Otros tipos de enfoques
Entre otros tipos de terapia interesantes, aunque no tan populares como los previos, podemos encontrar:
- Mindfulness o Atención Plena: terapia que recoge conceptos de la filosofía budista y de la TAC (Terapia de Aceptación y Compromiso). Su objetivo es que los pacientes adquieres un estado de consciencia y calma, que les permite o les ayude a regular su comportamiento y a conocerse a sí mismos.
- Racional-emotiva-conductual: pretende resolver los problemas emocionales y conductuales mediante un enfoque filosófico, empírico y directivo. La idea es que la persona logre ser consciente de sus propias emociones.
- Terapia breve centrada en soluciones: se enfoca en la meta que la persona desea alcanzar, mediante alternativas viables en un tiempo limitado. Así, se puede lograr cambiar pensamientos negativos y lograr un equilibrio emocional y social.
- TAC: su meta es potenciar la flexibilidad psicológica con aceptación y razonamiento, reconociendo que existe un problema emocional y aceptando sus efectos para después modificar los aspectos negativos de la vida del paciente.
- EMDR (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares): es eficaz especialmente con problemas de estrés post traumático. Se centra en el recuerdo de la experiencia traumática, y posteriormente, usa los movimientos oculares para su tratamiento. Este movimiento ocular activará el procesamiento de la información y modificar la memoria traumática.
Recuerda que nosotros podemos ayudarte a escoger el tipo de terapia perfecta para ti. Ponte en contacto con nosotros sin compromiso.

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Las emociones en la psicología
Solemos recurrir al término “emociones” con facilidad, pero ¿sabemos realmente lo que significa y lo que implica, especialmente a nivel psicológico?
Las emociones son una materia de estudio de diversos campos, no solo de la psicología. Por ejemplo, están siendo un pilar muy importante de la comprensión y el desarrollo de las inteligencias artificiales.
¿Qué son las emociones?
Etimológicamente, el término emoción significa “el impulso que induce a la acción”.
Sin embargo, en psicología, definimos como emoción aquel sentimiento o percepción de los elementos de la realidad o de la imaginación. Este sentimiento del que hablamos se expresa físicamente, bien mediante funciones fisiológicas o bien mediante reacciones de conducta.
Por último, a un nivel puramente biológico, las emociones se consideran procesos neuroquímicos y cognitivos que se relacionan con la arquitectura de la mente, y que se han ido desarrollando y perfeccionando, respondiendo a diferentes necesidades de supervivencia y reproducción.
Todas las emociones cuentan con dos componentes:
- Cuantitativo: describe la magnitud con la que sentimos una emoción.
- Cualitativo: describe la emoción en sí, como el amor, cariño, alegría, miedo, inseguridad, etc.
¿Para qué sirven?
Las emociones establecen muchas conductas de adaptación fundamentales para nuestro organismo, por ejemplo, favoreciendo la supervivencia. No obstante, las emociones tienen efectos negativos capaces de alterar la conducta y hasta el cómo nos relacionamos.
Hay que recalcar también las expresiones emocionales, es decir, la demostración externa de lo que se está sintiendo en un momento determinado.
¿Qué estudia la psicología?
Hay tres dimensiones a las que la psicología les da relevancia:
- Cognitiva: es lo que procesa y da significado a cualquier evento o interacción que procede del ambiente. Esta cognición, sin embargo, se puede dar de forma irracional, procesando algo de forma incorrecta.
- Afectiva: son todas aquellas emociones tanto positivas como negativas que se presentan en nuestras relaciones.
- Conductual: aquellas conductas que se observan al mismo tiempo que las emociones.
El proceso fisiológico
Durante cada proceso emocional, también se desatan diferentes procesos fisiológicos, la forma en la que demostramos externamente todas nuestras emociones. Sin embargo, ¿comprendemos realmente qué es lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando sentimos una emoción?
¿A qué se deben?
Actualmente, existen varios modelos explicativos en forma de teorías:
- James y Lange: dice que los sentimientos emocionales son una consecuencia de la activación corporal y suceden a la misma.
- Cannon y Brand: establece que la actividad del tálamo causa los sentimientos emocionales al mismo tiempo que la activación fisiológica.
- Schachter: afirma que las emociones se producen en el momento en el que la activación física se interpreta cognitivamente.
La parte fisiológica
Se considera un componente fisiológico a todos aquellos cambios que tienen lugar en el Sistema Nervioso Central (SNC). Estos cambios se producen debido a que se relacionan con los procesos de cognición de los que hablábamos anteriormente.
Durante cada proceso emocional, Rosenzweig y Leiman consideran más activos ciertos puntos del SNC:
- Corteza cerebral: activa, regula y es capaz de integrar las reacciones emocionales.
- Hipotálamo: activa el sistema nervioso simpático y se relaciona con emociones como miedo y enfado, y también participa como activador de la sed y el deseo.
- Amígdala: se relaciona con la ira, placer, dolor y miedo.
- Formación reticular: filtra e interpreta la información percibida por una persona, procesando patrones físicos con el fin de reconocer estructuras cognitivas que no son directamente perceptibles.
Emociones básicas
A pesar de que hay varias listas de emociones básicas, vamos a intentar aunarlas lo máximo posible y explicarlas correctamente. Para ello, utilizaremos cinco herramientas:
- Antecedente: explica cuándo aparece la emoción.
- Función: para qué sirve la emoción.
- Cuerpo: qué nos ocurre fisiológicamente durante la misma.
- Cognición: qué ocurre en nuestra mente y pensamientos.
- Acción: qué es lo que nos impulsa a hacer.
Alegría
- Antecedente: aparece cuando algo nos gusta y/o nos hace sentir bien.
- Función: aporta ánimo y nos ayuda a reproducir y hacer aquello que nos hace sentir bien.
- Cuerpo: se expande.
- Cognición: positividad y optimismo.
- Acción: reír y sonreír, hacer bromas y compartir la experiencia.
Tristeza
- Antecedente: generalmente se produce ante pérdidas o malas noticias.
- Función: hacernos conscientes de pérdidas o cosas que añoramos y aceptar la pérdida.
- Cuerpo: produce lentitud, contrae el cuerpo, y puede llegar a causar dolores en el pecho y nudos en el estómago y la garganta.
- Cognición: reflexiona sobre la vida y elaboración de la fase de duelo.
- Acción: nos aísla y nos requiere reposo.
Amor, cariño y apego
- Antecedente: suele darse ante alguien a quien admiramos o protegemos.
- Función: produce seguridad y te acerca íntimamente a la otra persona.
- Cuerpo: se relaja.
- Cognición: positividad, optimismo y tranquilidad.
- Acción: establece relaciones sociales.
Miedo
- Antecedentes: aparece antes de una amenaza o un peligro, ya sea real o imaginado.
- Función: nos protege, advirtiéndonos de las amenas.
- Cuerpo: tensa el cuerpo, activa las piernas, aumenta la frecuencia cardíaca y puede producir dolor en el estómago.
- Cognición: anticipa el peligro y busca soluciones.
- Acción: suele ser de escape, evitación, bloqueo o la búsqueda de ayuda.
Sorpresa
- Antecedente: es una emoción que aparece ante situaciones inesperadas o extrañas para nosotros.
- Función: nos ayuda a orientarnos y a saber qué hacer ante una nueva situación.
- Cuerpo: produce tensión en el cuerpo y rostro.
- Cognición: es capaz de dirigir los procesos cognitivos a una situación nueva.
- Acción: facilita la exploración y el interés ante esa nueva situación.
Enfado
- Antecedente: ante el daño o la pérdida de algo que queremos recuperar.
- Función: cumple una función de autodefensa, superando obstáculos e inhibiendo reacciones que nos molestan de otras personas.
- Cuerpo: activa brazos y piernas, tensa los músculos, y puede producir taquicardia e hiperventilación.
- Cognición: se interpreta la situación como un abuso y se planifica el cómo defendernos.
- Acción: el tono de voz se vuelve serio y se adopta una posición física de ataque/defensa y bloqueos.
Asco
- Antecedente: se produce cuando algo nos resulta repulsivo. También con estímulos que entendemos como perjudiciales para nuestra salud.
- Función: Asegura la supervivencia y nos protege.
- Cuerpo: tensa la zona facial y puede sobreactivar o producir dolor en el estómago, hiperventilación y/o taquicardia.
- Cognición: lo que percibimos como desagradable se valora negativamente y rechazamos ciertos estímulos.
- Acción: el cuerpo tiende a escapar, evitar y rechazar el estímulo.
Calma
- Antecedente: es una emoción que se produce cuando nos sentimos seguros.
- Función: permite tomar perspectiva y evaluar nuestros recursos.
- Cuerpo: da tranquilidad y nos deja reposar.
- Cognición: focaliza la atención en el presente y hace que el razonamiento sea tranquilo y eficaz.
- Acción: facilita la conexión con uno mismo y con los demás.
Culpa
- Antecedente: depende de los valores individuales y sociales y aparece cuando rompemos sus normas.
- Función: facilita el proceso de reparación y aprendizaje.
- Cuerpo: tensiona el estómago y el pecho y produce una sensación de un nudo en la garganta.
- Cognición: permite buscar soluciones y evalúa antecedentes y consecuentes.
- Acción: principalmente, con el fin de reparar el daño.
Vergüenza
- Antecedente: es una emoción social, que también depende sobre todo de los valores sociales de nuestro entorno. Se produce cuando consideramos que estamos dañando nuestra apariencia o la imagen que reflejamos ante los demás.
- Función: inhibe o evita una conducta que pueda causar rechazo social.
- Cuerpo: aparece rubor facial, calor, rigidez del cuerpo y dolor de estómago.
- Cognición: anticipa el rechazo social y evalúa las posibilidades.
- Acción: hace que nos queramos ocultar o huir.
Las emociones se encuentran muy bien representadas en la película de Disney para niños “Del Revés”, por si queremos comenzar a identificarlas y gestionarlas en una edad temprana.

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Psicología del color: ¿cómo nos afecta?
Desde hace años, y más a raíz de la digitalización de marcas y empresas, vamos oyendo hablar cada vez más de la psicología del color. Sin embargo, ¿sabemos exactamente qué es? ¿Nos puede llegar a afectar, o podemos sacarle provecho de alguna manera?
En realidad, la respuesta es que se trata de un tema más que estudiado, cuyo centro se asienta sobre una base muy sencilla y clara: los colores nos provocan diferentes emociones y comportamientos.
¿Qué es la psicología del color?
Podemos definir la psicología del color como el campo de estudio que analiza cómo percibimos los colores y qué emociones y comportamientos pueden suscitar en nosotros.
Sin embargo, no debemos olvidar que siempre hay una parte subjetiva en este tipo de psicología, y que pueden existir variaciones en la interpretación y el significado del color entre las diversas culturas.
Influencia del color en el estado mental
Muchas empresas conocidas diseñan su branding (marca, logos, etc.) pensando en enviar uno u otro mensaje a sus clientes y posibles consumidores. En temas de decoración, por ejemplo, también se utiliza frecuentemente la psicología del color.
Existe un tipo de terapia, denominada arteterapia, donde se asocian los colores a las emociones de la persona, y se puede llegar a influenciar el estado físico y mental del paciente.
Colores y emociones
A continuación, vamos a numerar algunos de los colores que más fácilmente generan emociones en el ser humano:
- Amarillo: su excesiva presencia causa irritabilidad y fatiga visual.
- Rojo: suele hacer que nos comportemos de un modo más extravertido y asertivo, especialmente cuando lo vestimos. Hay que tener cuidado al utilizarlo, ya que es demasiado impactante y puede saturar con facilidad.
- Azul: hace que nos sintamos tranquilos y seguros.
- Verde: según los expertos, incita a la relajación y el bienestar.
- Blanco: provoca una percepción de espacio absoluta y más amplitud, así que es ideal para dar sensación de libertad.
¿Por qué ocurre esto?
La relación entre los colores y las sensaciones y actitudes se produce debido a dos causas:
- Biológicas: ya no solo a nivel humano, sino en la naturaleza, los colores influyen en las conductas de los animales. Por ejemplo, los colores fríos y oscuros, como el añil, se interpretan como señales de enfermedad, mientras que los colores vistosos se advierten como señales de peligro y/o advertencia.
- Culturales: prácticamente la totalidad de las sociedades humanas asocian colores a conceptos e ideas abstractas. Un gran ejemplo son las pinturas corporales o los dibujos.
Los colores y su simbolismo
A pesar de que existe, como comentábamos, cierta ambigüedad en la asociación y el simbolismo de los colores, a continuación vamos a hablar de los colores más importantes y sus significados más o menos comunes en Occidente:
- Blanco: suele representar pureza, inocencia, limpieza, paz y virtud.
- Amarillo: se relaciona con felicidad, riqueza y abundancia, poder, fuerza y acción. No obstante, se considera un color de los más ambiguos, pudiendo identificarse también con la envidia, ira y traición.
- Rojo: se asocia a la pasión, fuerza, revolución, virilidad y peligro o agresividad. Se trata de un color con más consenso entre los científicos.
- Naranja: se relaciona con entusiasmo, acción, sensualidad, con lo divino y la exaltación. En Occidente también se asocia con el optimismo.
- Azul: representa la tranquilidad, frescura, inteligencia, calma, armonía, seguridad, confianza y pureza. En ciertos tonos también puede asociarse a la lejanía y la frialdad.
- Verde: se asocia a la juventud, esperanza, dinero y naturaleza o ecología.
- Morado: suele utilizarse para representar la sofisticación, la elegancia, el misterio, nostalgia, calidad y espiritualidad.
- Rosa: se relaciona con dulzura, delicadeza, amistas y amor puro. También se ha asociado históricamente con lo femenino, pero cada vez menos.
- Gris: es uno de los colores que más varía con la cultura. Puede percibirse como indeterminación, mediocridad, paz, tenacidad o tranquilidad.
- Negro: es de los pocos colores con connotaciones negativas, ya que se asocia a la muerte, lo malvado y la destrucción. No obstante, también se encuentra asociado al misterio, lo desconocido, elegancia, formalidad y sobriedad.
Colores fuera de Europa
Además de identificar los colores y sus significados comunes en Occidente, también nos gustaría destacar algunos de los usos para esos mismos colores fuera de nuestra cultura.
- Blanco: en Oriente y África, se asocia con la muerte. Se suele usar en fondos.
- Negro:en el antiguo Egipto, representaba fertilidad y crecimiento. También es muy usado en marcas de alto standing.
- Azul: tanto en Oriente como en Occidente, se trata del color favorito de la gran mayoría de diseños corporativos. En Corea, se relaciona con la muerte.
- Verde: especialmente en los últimos años, suele asociarse sobre todo con la naturaleza y los productos ecológicos.
- Naranja: es un color muy utilizado en la publicidad para sustituir al rojo. Además, en Sudáfrica el rojo y el naranja muestran respeto a los fallecidos.
- Rojo: en China, se utiliza para los vestidos de novia, ya que es considerado como un sinónimo de vida y buena suerte.
Y tras leer esto… ¿cuál es tu color favorito?

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Deportistas de élite: ¿necesitan ayuda psicológica?
En ocasiones, la salud mental de los deportistas de élite se da por sentada o se invisibiliza. Sin embargo, a pesar de que sea un aspecto que puede no percibirse a simple vista, lo cierto es que su estado mental puede llegar a influir excesivamente en el rendimiento físico de cualquier deportista.
Alcanzar el éxito en el ámbito deportivo requiere tanto de preparación física como psicológica, especialmente en los momentos más críticos o de mayor presión en los retos que se les presentan.
¿Qué imagen tenemos de los deportistas de élite?
Normalmente, cuando vemos a las personas que se incluyen en el sector de los deportes de élite, suele ser en partidos o eventos relacionados con el deporte que practican. En ocasiones, también podemos ver cómo se comportan en entrevistas o en participaciones en otros escenarios, como programas o ruedas de prensa.
Hay que tener en cuenta que los deportistas de élite tienen que lidiar a diario con la presión, no solo la propia, sino la del resto de personas a su alrededor: entrenadores, patrocinadores, fans, etc. A causa de ello, y muchas veces por comentarios o publicaciones en redes sociales, el espectador se puede dar cuenta de que ocurre algo o de que el deportista puede necesitar algún tipo de ayuda o terapia psicológica.
¿La presión puede suponer un problema?
En competiciones tan extremas, la presión es algo con lo que los deportistas deben lidiar de forma constante. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a pesar de que estos deportistas se vean superados por la presión, eso no implica que tengan ningún problema de salud mental.
Cuando una noticia de esta índole, como de que alguien ha abandonado o no se presenta a alguna competición, se presenta, lo primero que se hace es cuestionar el motivo de esa “huida”. La creencia errónea de que este tipo de personas lo “tienen todo” es lo que hace que le extrañe tanto a todo el mundo el que sufran de problemas tan mundanos como estrés o ansiedad. Pero, tal y como ocurre con los actores, esa imagen de personas felices y pagadas de sí mismas es eso, una imagen.
¿Influye el tipo de deporte?
Es cierto que hay una diferencia entre los deportes de equipo o individuales.
En los deportes de equipo, el deportista se siente protegido y acogido por el grupo, y tienen un apoyo psicológico tanto conjunto como de forma más individualizada.
Por otra parte, en los deportes individuales puede aparecer mayor necesidad de ayuda, puesto que se ven más afectados emocionalmente que los equipos.
Deportistas de élite interesados en la salud mental
Veamos algunos ejemplos de deportistas de élite que se han preocupado o se han mostrado interesados en temas de salud mental:
- Simone Biles: gimnasta cuatro veces campeona olímpica, que se ha retirado para centrarse en su salud mental.
- Naomi Osaka: tenista que abandonó el Roland Garros a causa de la presión que le provocaban las ruedas de prensa.
- Michael Phelps.
- Rafa Muñoz.
- Raven Saunders.
- Rafa Nadal.
Funciones de un psicólogo deportivo
El objetivo principal de un profesional que ofrece ayuda psicológica a los deportistas de élite es la mejora de su rendimiento o el cumplimiento de sus metas.
Para lograr alcanzar esta meta, podemos enumerar una serie de funciones que lleva a cabo el psicólogo deportivo:
- Evaluación de las necesidades del deportista.
- Regulación de la respuesta emocional ante demandas externas y trabajo del autocontrol mediante una gestión adecuada de la presión y un buen control del estrés.
- Mentalización del deportista para su/s competición/es.
- Aumento de la concentración para evitar el desgaste.
- Visibilizar la salud mental en el deporte y humanizar a los deportistas de élite.
- Incremento de la autoconfianza.
- Soporte durante la recuperación de lesiones.
- Enseñar al deportista a detectar pensamientos trampa y patrones de comportamiento disfuncionales, y otras señales que indican que su mente necesita descansar.
- Desarrollo de ayuda psicológica personalizada: dependiendo del caso, se puede enfocar más hacia la automotivación, la buena organización del tiempo o la creación de rutinas de acondicionamiento y técnicas de relajación.
- Fomenta la cohesión y las dinámicas grupales en los deportes de equipo.

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Actualidad
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Cómo mantener una relación sana
Antes de comenzar a hablar de cómo podemos mantener una relación sana, tenemos que saber reconocer igualmente las señales que evidencian una relación tóxica.
Ahora que se acerca San Valentín, puede que uno de los mejores regalos posibles para tu pareja sea trabajar un poco en la relación. ¿Te apetece descubrir cómo hacerlo?
Relaciones tóxicas: cómo reconocerlas
La definición de pareja tóxica fue acuñada por Liliam Glass en 1995. Así, se trata de parejas donde no hay apoyo ni respeto, y en cuyos conflictos, una parte trata de quedar por encima de la otra en lugar de solucionar la situación.
Dicho de otra manera, una relación tóxica es una relación entre personas que no se apoyan, donde hay conflictos en los que uno intenta “hacer de menos” al otro, donde existe una competencia insana, y donde no hay respeto, cohesión ni confianza.
Las relaciones tóxicas son disfuncionales y capaces de crear mecánicas que nos perjudican mental y emocionalmente, y que en muchas de las ocasiones, generan dependencia emocional y van agotando a las personas que se encuentran en ella. Hay que tener en cuenta que las relaciones tóxicas pueden aparecer no solo con nuestra pareja, sino en nuestro entorno laboral, nuestros amigos, o incluso en nuestra familia.
¿De dónde sale?
Una relación tóxica suele darse cuando un miembro de la pareja comienza a mostrarse posesiv@ y va perdiendo confianza en la otra parte. También es común que exista un sentimiento de incomprensión, o incluso de humillación.
Las personas que terminan en relaciones tóxicas suelen compartir algunos motivos y características:
- Se sienten solas.
- Son inseguras, muchas veces a causa de malas experiencias anteriores.
- Existe algún tipo de adicción común.
- Se trata de personas que no se encuentran en posesión de plenas facultades: puede que necesiten terapia, están enfermos o sufren alguna adicción que les impide pensar con claridad. También se puede incluir en este punto a las personas fácilmente influenciables.
- Son obsesivas o llevan tiempo idealizando a la persona que termina por convertirse en tóxica.
¡Ojo! Es común que todos tengamos actitudes tóxicas en algún momento, pero lo más importante es saber reconducirnos y tratar de eliminar este tipo de comportamientos antes de que nos causen un problema, a nosotros mismos o a las personas de nuestro alrededor.
¿Cómo distinguir una pareja tóxica?
De un tiempo a esta parte, se ha popularizado el término red flag o bandera roja, que son los avisos o advertencias que podemos ver antes de iniciar o durante la relación con una persona, que nos indica que, probablemente, se vayan a producir ciertos comportamientos tóxicos.
Algunas red flag comunes son:
- Las personas tóxicas suelen ser egocéntricas, buscan ser el centro de atención, tienden a menospreciar a los demás y requieren de una validación constante.
- Dejar de lado sus relaciones sociales, intereses, hobbies, etc.
- Aparece la posesividad, celos, la falta de libertad y el control.
- En ocasiones, la persona tóxica intenta cambiar a la otra, ya sea físicamente, sus comportamientos, etc.
- Existe la sensación de que no se puede hablar con la otra persona, es decir, hay una falta de comunicación.
- Al cabo de un tiempo, se es consciente de que la relación no funciona, pero trata de ignorarse.
- Una de las personas siente que la otra no la apoya, sino que compite con ella.
- La comunicación se vuelve tóxica: en lugar de una conversación empática, aparecen sarcasmos, críticas, puyas y hostilidad. En los peores casos, puede llegar a aparecer el gaslighting (si no sabes lo que es, echa un vistazo a nuestro artículo sobre ello).
- Aparece el estrés constante.
- Se tiene la percepción constante de que algo no funciona.
- Se induce culpa en uno de los integrantes de la pareja.
Fases de la relación tóxica
Como es evidente, nadie iniciaría una relación tóxica sabiéndolo de antemano. Lo que al principio es una relación que consideramos “normal”, va transformándose en una relación tóxica paso a paso sin que, muchas veces, sus propios integrantes (o al menos uno de ellos) se den cuenta. Además, como todo se inicia con una fase de enamoramiento, podemos pasar por alto las red flag que comentábamos en el punto anterior.
Pero pasemos a las fases en sí:
- Idealización: con el enamoramiento, tendemos a idealizar a la otra persona. En este punto, tu entorno puede notar ciertos comportamientos negativos hacia ti por parte de tu pareja, que tú defiendes y/o restas importancia.
- Devaluación: una vez ya en la relación, empezamos a sentir miedo a que alguna de nuestras acciones enfade a nuestra pareja. Aquí, existen dos respuestas: el evitar el conflicto, o el responder con la misma hostilidad. La autoestima comienza a resentirse.
- Explosión: después de un tiempo, y al ver que los problemas no se solucionan, los integrantes se enfrentan en busca de una solución o de terminar con la relación.
- Reconciliación: por lo general, lo común es que, tras la “discusión final”, se reinicie el ciclo al completo, ya que se hace muy complicado el terminar con la relación. Sin embargo, en algunos casos, y con mucho mérito, finalizamos la relación y nos deshacemos del peso sobre nuestros hombros.
Construcción de una relación sana
Por otra parte, una relación sana se basa en la confianza, el respeto y la comunicación saludable. Cuando estamos en una relación sana, nos sentimos valorados y cómodos en cualquier situación, y buscamos esa intimidad con la otra persona de forma natural.
Igual que en las relaciones tóxicas, también existen una serie de características que indican que nos encontramos en una relación sana. Estas características se pueden construir, mejorar y trabajar con ayuda de la psicoterapia. ¿Quieres que te ayudemos? ¡Contacta con nosotros sin compromiso!
Características de la relación sana
- Perder la visión idealizada de la relación y aceptar los cambios que irá sufriendo a lo largo de nuestras vidas.
- Esforzarse en cuidar la relación, luchar juntos contra las dificultades y atender las necesidades del otro regularmente.
- Pasar tiempo de calidad juntos: mediante hobbies en común, actividades para los dos, o simplemente el ver que se comparte un esfuerzo por estar con la otra persona. Muchas veces nos equivocamos, por ejemplo, ahora con el tema del teletrabajo, y confundimos el estar juntos físicamente (trabajando, o haciendo otras tareas), con pasar tiempo juntos. Cuando pasamos tiempo juntos, prestamos toda ( o casi toda) nuestra atención a nuestra pareja, y sobre todo, ella lo ve y lo reconoce.
- Asumir y aprender a convivir con las diferencias, y aprovecharlas como una fuente de fortaleza en lugar de conflictos y discusiones. Estas diferencias nos enriquecen como personas individuales y como pareja. Igualmente, hay que aprender a aceptar que habrá cosas en las que nunca estemos de acuerdo, y que eso tampoco es malo.
- No querer ni esperar cambiar a tu pareja: tú la has escogido tal y como es. Sí que podemos comunicarnos efectivamente y hablar acerca de lo que nos hace sentir mal o ciertos comportamientos que consideramos negativos o incómodos hacia nosotros, pero no podemos pretender cambiar su forma de ser. Si sentimos la necesidad de que cambie, quizá ahí no es.
- Trabajar en una comunicación adecuada: la escucha activa, sin críticas, no juzgar a la otra persona, y tratar de empatizar son las claves para que realmente sirva de algo el mantener ciertas conversaciones con nuestra pareja. Es esencial la honestidad y la sinceridad, pero cuidando las formas y la manera en que transmitimos ciertas palabras a nuestra pareja.
- La confianza es la clave: aunque nos cueste, en ocasiones tenemos que dar un voto de confianza a nuestra pareja. Si no hay razones sólidas para desconfiar, es importante no mostrar desconfianza.
- Responsabilidad afectiva: tanto para nosotros mismos (nuestra felicidad es nuestra propia responsabilidad), como con nuestra pareja (debemos entender y tratar de cuidar sus emociones a la hora de interactuar con ellos).
- Mantener la individualidad: somos pareja, pero ante todo, somos personas, y debemos mantener nuestra identidad.
¡Os deseamos un feliz San Valentín!

BY: Calltek
Diagnóstico y Tratamientos
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Los padres y el TOC: guía para principiantes
Si bien el Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC cada vez es más conocido a nivel general y se encuentra más normalizado, todavía nos queda un largo camino que recorrer.
Especialmente en el caso de los niños, se trata de un trastorno que a veces es difícil de detectar. Sin embargo, para que nos hagamos una idea, se estima que aproximadamente un 1% de la población española padece TOC, siendo el cuarto trastorno psiquiátrico más común en la población.
¿Qué es el TOC?
Antes de comenzar a enumerar las diferencias entre pacientes adultos e infantiles, es importante definir exactamente qué es el TOC.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo es un trastorno de ansiedad caracterizado por alteraciones del pensamiento y conducta en forma de obsesiones y compulsiones. Históricamente, se relaciona con conductas compulsivas como el lavado de manos repetido o la obsesión por el orden y la simetría. Pero no solamente es eso.
En resumen, una persona con TOC se ve perdida en un esquema de pensamientos desagradables o en una serie de conductas repetitivas y rituales que no es capaz de controlar, y que al mismo tiempo, le provoca ansiedad y angustia y le causa mucho sufrimiento.
¡Ojo! El que tengamos alguna manía no implica que padezcamos TOC. Si estas manías se vuelven frecuentes, interfieren en nuestra vida diaria, o causan malestar, es cuando debemos acudir a nuestro médico para estudiar la posibilidad de un trastorno.
¿Cuál es la diferencia entre una obsesión y una compulsión?
Una obsesión es un pensamiento irracional que no tiene sentido, es desagradable y no deseado, y normalmente se relaciona con situaciones que percibimos como peligrosas o que nos dan miedo. Una compulsión, por su parte, es un comportamiento ritualizado que se utiliza para compensar la ansiedad que produce el pensamiento obsesivo.
¿Qué lo produce?
En realidad, todos los trastornos de ansiedad cuentan con un relevante componente genético, pero también influyen el ambiente y la educación recibida, cuanto más en familias muy exigentes, perfeccionistas, o con mucha superstición.
A nivel cerebral, la causa del TOC es una mala regulación en los neurotransmisores (las sustancias que transportan la información en nuestro cerebro).
El TOC en la infancia
En el caso de los niños, el TOC se vuelve especialmente difícil de reconocer, ya que los niños suelen ocultar o normalizar este tipo de conductas. Al final, no entienden qué ocurre, y por ello, se sienten diferentes y pueden llegar a sentirse incómodos o avergonzados.
El punto clave para reconocer un TOC infantil es el cómo se toma la tarea a realizar: ¿notas que es una obligación, o que se lo toma con alegría? Si tu respuesta es la segunda, es probable que se trate de meras manías infantiles por las que no hay que preocuparse. Por otro lado, si es la primera, es peligroso y deberíamos consultar con un profesional.
Si notas que el niño o la niña tiene conductas de este tipo, que, además, le producen malestar o ansiedad, debes acudir al pediatra.
Tipos de obsesiones y compulsiones
Entre los tipos de conductas que suelen presentar los niños se encuentran:
- Orden y simetría: se ve, sobre todo, en el caso de los juguetes.
- Gérmenes y contagio de enfermedades: aquí es donde entra el lavado de manos compulsivo, por ejemplo.
- Comprobación y reaseguración: tienden a comprobar una y otra vez las cosas que hacen.
- Pensamiento mágico: en concreto, suele ser de tipo supersticioso. Por ejemplo, “si no veo un coche amarillo hoy, me ocurrirá algo malo”.
- Miedo irracional a decir algo inapropiado o dañar a los demás de alguna manera.
- Muerte: piensan en la posibilidad de que algún familiar o ellos mismos mueran.
- Sexo: piensan en las diferencias biológicas que existen entre los géneros, pero al mismo tiempo creen que esas ideas son malas y que no deben pensar en ello.
- Acumulación de cosas materiales.
- Repetición constante: normalmente sienten que tienen que hacer las cosas un número concreto de veces, o de una manera concreta.
Diferencias entre el TOC y manías
Existen dos diferencias significativas entre una manía y una compulsión:
- En primer lugar, el tiempo que se le dedica a la conducta es significativamente diferente. Una manía sucede con una frecuencia escasa, pero a una compulsión se le llega a dedicar una cantidad de tiempo bastante mayor.
- En el caso de no poder realizar ese acto al que llamamos manía, el niño o la niña sienten malestar. Si esto ocurre, es claramente una compulsión.
¿Cómo se trata?
Para tratar el TOC en casos infantiles, se receta medicación combinada con psicoterapia.
En caso de que sospeches que tu hijo/a tiene TOC, no es recomendable que le culpes o le castigues al realizar la conducta compulsiva, ya que de por sí, el niño se verá angustiado, frustrado y limitado. Es mucho mejor tener paciencia y tratar de favorecer un entorno tranquilo y libre de estrés a su alrededor.
Además, os despedimos también con una buena noticia: el TOC infantil desaparece por completo en un 50% de los casos, con un tratamiento adecuado y compromiso familiar.
Si crees que tu hijo/a puede padecer TOC, contacta con nosotros sin ningún tipo de compromiso.

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Aprendiendo acerca de los trastornos de la personalidad
A la hora de definir los trastornos de la personalidad, debemos hablar de un grupo de afecciones mentales que se caracterizan por presentar un patrón prolongado de comportamiento, emociones y pensamientos que se consideran ajenos a las expectativas de la persona.
En la vida diaria, este tipo de trastornos puede interferir con la capacidad de la persona para gestionar sus relaciones interpersonales y entornos laborales entre otros contextos.
¿Qué es un trastorno de la personalidad?
El trastorno de personalidad es un tipo de trastorno mental donde se presenta un patrón de pensamiento, comportamiento y desempeño muy marcado y por norma general poco saludable.
Generalmente, las personas con trastornos de la personalidad suelen tener problemas para percibir y relacionarse con personas y situaciones, desembocando en problemas y limitaciones muy importantes en las relaciones sociales, las actividades, e incluso en entornos laborales y educativos.
¿Qué los causa?
En realidad, y todavía a día de hoy, se desconocen la mayoría de los factores que pueden llegar a producir un trastorno de la personalidad.
Los factores que se cree que están relacionados con su desarrollo son principalmente genéticos y ambientales.
Los trastornos de la personalidad suelen comenzar en la adolescencia o la adultez temprana, y algunos se van volviendo menos evidentes a medida que entramos en la mediana edad.
Tipos de trastornos de la personalidad
Los trastornos de la personalidad se pueden clasificar en 3 categorías dependiendo de sus características más distintivas, y luego subdividirse en hasta 10 trastornos individuales.
Trastornos de la personalidad grupo A
Se caracterizan por mostrar comportamientos o pensamientos extraños o fuera de lo normal.
Trastorno paranoide de la personalidad
La principal característica del trastorno paranoide es la desconfianza y el recelo hacia los demás.
Síntomas:
- Desconfianza y sospecha hacia los demás.
- Creencia no justificada de que los demás intentan dañarte.
- Sospecha no justificada de la lealtad de los demás.
- Desconfianza por miedo a que utilicen información en tu contra.
- Percepción equivocada de comentarios y situaciones.
- Reacción hostil a insultos y desaires percibidos.
- Tendencia a ser rencoroso.
Trastorno esquizoide de la personalidad
El trastorno esquizoide se basa en una falta total de interés por los demás.
Síntomas:
- Desinterés en las relaciones sociales y sexuales.
- Emociones limitadas.
- Incapacidad para captar señales sociales y disfrutar de la mayoría de situaciones.
- Aparentar ser distante.
Trastorno esquizotípico de la personalidad
La base del trastorno esquizotípico son las ideas y el comportamiento extraños o excéntricos.
Síntomas:
- Personalidad y vestimenta peculiares.
- Experiencias perceptivas anormales.
- Respuestas emotivas inadecuadas o falta de expresión.
- Ansiedad social y falta o incomodidad con las relaciones sociales.
- “Pensamiento mágico” (creer que tienes poder con el pensamiento sobre los demás).
- Creencia de que determinados incidentes tienen mensajes ocultos que solo puedes entender tú.
Trastornos de la personalidad grupo B
Muestran comportamientos o pensamientos muy dramáticos, exagerando las emociones o simplemente impredecibles.
Trastorno de la personalidad antisocial
En el trastorno antisocial, se muestra irresponsabilidad social, despreocupación absoluta por los demás y el uso de artimañas o engaños para manipular y/o estafar a las personas que se encuentran a su alrededor.
Síntomas:
- Indiferencia hacia los sentimientos y violación de los derechos de los demás.
- Utilización de mentiras, robos, apodos… que suelen conducir a problemas legales.
- Comportamiento agresivo y conductas impulsivas.
- Indiferencia hacia la seguridad, tanto de sí mismo como de los demás.
- Irresponsabilidad y falta de remordimiento.
Trastorno límite de la personalidad
Dentro del trastorno límite encontramos un vacío interior, el miedo a ser abandonado que provoca relaciones inestables, y un comportamiento impulsivo dado por los problemas para controlar las emociones.
Síntomas:
- Conducta impulsiva y arriesgada, relaciones inestables.
- Imagen personal inestable.
- Conductas suicidas y amenazas de suicidio y autolesión.
- Cambios repentinos en el estado de ánimo. Ataques de ira intensos y frecuentes.
- Miedo a estar solo.
- Sentimiento de vacío constante.
- Paranoia intermitente.
Trastorno histriónico de la personalidad
Las personas con trastorno histriónico buscan atención y se comportan de forma exagerada y dramática.
Síntomas:
- Búsqueda de atención constante.
- Discursos con opiniones fuertes y/o controvertidas, pero pocos hechos para respaldarlas.
- Fácil de influenciar.
- Emociones que cambian drásticamente y poco profundas.
- Preocupación excesiva por la imagen personal.
- Pensamiento de que las relaciones son más íntimas de lo que son.
Trastorno narcisista de la personalidad
Quienes sufren un trastorno narcisista se distinguen por la necesidad de ser admirados, la falta de empatía y sensación de grandiosidad.
Síntomas:
- Evidencias de egolatría y arrogancia.
- Fantasías de poder y éxito.
- Incapacidad para reconocer los sentimientos de los demás.
- Exageración de sus logros y habilidades.
- Expectativas de admiración constante y de favores y ventajas fuera de la razonabilidad. Tienden a aprovecharse de los demás.
- Envidia o creencia de que los demás le envidian.
Trastornos de la personalidad grupo C
Suelen mostrar pensamientos y comportamientos que incluyen ansiedad y temor.
Trastorno de la personalidad por evitación
Este trastorno se caracteriza por evitar el contacto interpersonal, generalmente por miedo al rechazo.
Síntomas:
- Excesiva sensibilidad a las críticas.
- Temor al rechazo, ridículo, vergüenza o desaprobación.
- Sentimiento de inferioridad.
- Evasión de actividades que impliquen contacto interpersonal.
- Inhibición, timidez y aislamiento social.
- Evasión de nuevas actividades o reuniones con gente nueva.
Trastorno de la personalidad dependiente
Entre las características de las personas con trastorno dependiente se encuentran principalmente la sumisión y la dependencia.
Síntomas:
- Necesidad de que haya gente que le cuide.
- Conductas sumisas y apegadas.
- Temor a la soledad.
- Falta de confianza.
- Necesidad de aprobación y confirmación.
- Dificultad para iniciar proyectos y expresar desacuerdo.
- Tolerancia hacia los abusos y tratos inadecuados.
Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva
Los tres puntos clave del trastorno obsesivo-compulsivo son el perfeccionismo, la rigidez y la obstinación.
Síntomas:
- Preocupación por el orden, las normas y los detalles.
- Perfeccionismo extremo, rigurosidad y obstinación.
- Deseos de control.
- Negarse a socializar por compromisos laborales o con proyectos.
- Incapacidad para desechar cosas.
- Moral y /o valores inflexibles.

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Violencia filio-parental: cuando los hijos maltratan a los padres
Actualmente, ya es hora de reconocer la violencia filio-parental como un importante problema de nuestra sociedad. Sin embargo, a pesar de acompañarnos con todo su peso, se trata de una realidad que aparenta ser invisible, y que quizá no es tan sencilla de reconocer en comparación con otros tipos de violencia.
Si bien se abren más de 4000 expedientes a raíz de este delito, se considera que solo se están denunciando los casos más graves, probablemente entre un 10 y un 15% del total real, y cada año, esta cifra continúa incrementándose. Por ello, es necesario saber cómo reconocer y actuar ante este fenómeno, bien para prevenirlo, o al menos, para visibilizarlo.
¿Qué es la violencia filio-parental?
Podemos definir la violencia filio-parental como el conjunto de conductas violentas, ya sean físicas, psicológicas (verbales o no verbales) o económicas, que se producen de los hijos/as a sus progenitores o a aquellas personas que ocupan su lugar. También es una variante de la violencia intrafamiliar. Para entrar dentro de esta consideración, las conductas deben producirse de forma repetida y consciente.
Es decir, de esta definición se excluyen:
- Comportamientos violentos puntuales.
- Las que se producen en estados de disminución de la conciencia.
- Comportamientos causados por algún tipo de alteración psicológica.
- Parricidio sin historial de agresión previa.
Además, se trata de un problema multifactorial que es más común entre los jóvenes de 13 a 17 años. Hay que recalcar que la violencia filio-parental no necesita lograr el daño físico y/o psicológico pretendido para producirse: simplemente el causar daño y sufrimiento a los progenitores ya puede considerarse un abuso.
¿Por qué es tan grave este tipo de violencia?
En esta situación, debemos destacar que la violencia filio-parental no es un fenómeno que pueda resolverse dentro de un ámbito privado. En los casos más graves, la violencia ejercida por los hijos/as puede llegar a afectar a su integración social y conducir a problemas escolares, laborales y en general, a la hora de relacionarse.
Tampoco hace más fácil la situación el hecho de que las víctimas (los padres) no suelen sentirse amenazadas ni lidian con consecuencias diagnosticables en muchos de los casos.
Desarrollo de la violencia filio-parental
La violencia filio-parental tiene un desarrollo progresivo, que generalmente comienza con agresiones verbales, como mentiras o insultos, y termina volviéndose más grave a través de amenazas hasta las agresiones físicas.
El objetivo de esta clase de violencia es principalmente el ejercer control y tener sensación de poder sobre los progenitores, pero no se puede descartar que exista una intencionalidad específica.
Las situaciones que se producen en la violencia filio-parental tienden a seguir un modelo cíclico que se caracteriza por una serie de fases:
- Acumulación de tensión: se produce debido a los enfrentamientos entre ambas partes. Normalmente, al no haber factores que relajen esta tensión, tiende a incrementarse. En esta fase, los progenitores se muestran suaves y conciliadores, y el hijo/a, confundiendo esto con sumisión, comienza a exigir de forma desmedida, tratando de socavar la autoridad de sus padres. Ante esto, ellos cambian su actitud a una hostil y severa.
- Explosión: en esta fase, surge la violencia descontrolada. El hijo/a aumenta la intensidad, la frecuencia y la violencia de sus ataques. En este punto, también se puede responder con violencia al estímulo de otros familiares. Los padres se paralizan y aceptan la pérdida de su autoridad. Así, el hijo/a “gana”.
- Arrepentimiento: tras la descarga, se produce un falso arrepentimiento que suele coincidir con el inicio de la primera fase, y vuelve a repetirse todo el proceso.
Tras repetir este ciclo en varias ocasiones, los padres se condicionan y pierden el control de la situación. Otras veces, la tensión acaba por derivar en violencia intrafamiliar.
Indicios del problema
Como explicábamos, se trata de un fenómeno que se inicia y va empeorando progresivamente. Los pequeños actos de desobediencia grave o desafíos pueden ser una señal relevante a la hora de prevenir el comportamiento posterior.
Entre estos actos, en cualquier parte del proceso, podemos encontrar:
- Insultos, humillaciones y mentiras.
- Golpear objetos, generalmente del hogar (puertas, mesas, etc.).
- Pérdida de autoridad o respeto hacia los progenitores.
- Chantajes emocionales y visible reducción del afecto.
Posibles causas de la violencia filio-parental
En función a varios estudios, se ha deducido que la mayoría de hijos menores que se comportan de forma violenta con sus padres han sufrido otras situaciones de violencia familiar. Otro factor importante para la aparición de este tipo de conductas es la falta de límites, supervisión y control, sumada a la pérdida de autoridad por parte de los progenitores.
¿Cuál es la solución?
Si queremos resolver el problema, debemos obviar la búsqueda de culpables. Lo ideal es intentar que todas las personas que estén implicadas encuentren su responsabilidad en el asunto, y que se muestren dispuestos a ayudar en la búsqueda de una buena solución.
Una serie de pasos que deberemos afrontar, por ejemplo, serán:
- Reflexionar acerca de las situaciones acontecidas y las reacciones que puede tener cada implicado.
- Trabajar la empatía y la negociación con el objetivo de recobrar la confianza y reconstruir (o, en ciertos casos, construir) el vínculo afectivo familiar.
¡Ojo! Esto no quiere decir que el proceso sea fácil. Precisamente por eso, es esencial la paciencia por ambas partes, y el reconocimiento y la intención de llevar a cabo actuaciones resolutivas.
¿Qué hago si mi hijo/a comienza a tener un mal comportamiento conmigo?
- Reflexionar acerca de nuestro comportamiento: no hay que olvidar que los padres son los modelos de referencia de los hijos/as.
- Tratar de abrirse y hablar del estado emocional de ambas partes. Aquí, es indispensable la empatía.
- Mantener una actitud de amor incondicional, pero sin olvidarnos de imponer límites en el comportamiento del menor.
- Además de los límites, dejar claro que hay una serie de consecuencias a sus actos.
- Proponer pequeñas metas progresivas, que hagan que el hijo/a vaya cambiando y se sienta recompensado/a al mismo tiempo.
En caso de tener la sensación de que no avanzas, o si estás preocupad@ por cómo puede desenvolverse la situación en un futuro, es importante saber que puedes pedir ayuda profesional. Contacta con nosotros sin compromiso.

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Depresión posparto: ¿todavía un tabú?
Si bien aún se espera de las mujeres embarazadas que se encuentren con mucho ánimo y totalmente felices tras dar a luz, no podemos omitir ni olvidar la existencia de la depresión posparto. Y es que, aunque el nacimiento de un bebé se relacione con alegría y en muchos casos abundancia, también puede provocar nuevos temores y ansiedades. Precisamente son estas emociones las que podrían derivar en la temida depresión.
La mayoría de las primíparas o madres primerizas suelen sentir melancolía posparto tras dar a luz. Esto generalmente incluye cambios en el ánimo, ansiedad, dificultad para dormir y episodios de llanto. Esta sensación suele empezar dos o tres días después del parto, y puede durar hasta dos semanas.
Sin embargo, hay una enorme diferencia entre esta melancolía y la depresión posparto, puesto que esta última es bastante más grave y de mayor duración. En ocasiones, incluso se puede desarrollar una variante extrema denominada psicosis posparto.
¿Qué síntomas tiene?
Los síntomas de la depresión posparto pueden oscilar dependiendo de la persona, pudiendo ser leves o graves o presentarse todos juntos o gradualmente.
Es importante diferenciar, igualmente los síntomas de la melancolía posparto y la depresión posparto, y compararlos objetivamente.
Síntomas de la melancolía posparto
Nos gustaría recordar que los síntomas de la melancolía posparto duran de unos pocos días a una o dos semanas tras el nacimiento.
- Cambios de humor.
- Tristeza y/o irritabilidad.
- Sentimiento de abrumación.
- Episodios de llanto.
- Reducción de la concentración.
- Problemas para dormir y de apetito.
Síntomas de la depresión posparto
Si bien al principio puede confundirse con la melancolía posparto, los síntomas de la depresión posparto son más intensos y duran más tiempo. Hay que tener especial cuidado, ya que incluso pueden interferir en la realización de tareas diarias o en el cuidado del bebé.
A pesar de que lo común es que los síntomas se desarrollen en las primeras semanas tras el parto, pueden comenzar antes (durante el embarazo), o más tarde (hasta un año después del nacimiento).
- Cambios de humor graves y ánimo deprimido.
- Llantos excesivos.
- Dificultad a la hora de relacionarse con el bebé.
- Aislamiento social.
- Trastornos en la alimentación (pérdida de apetito o atracones).
- Insomnio o hipersomnia.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Reducción de interés en general.
- Irritabilidad y ataques de ira.
- Temor a no ser una buena madre y desesperanza.
- Sentimientos de inutilidad, vergüenza o culpa.
- Disminución de la concentración y la capacidad de tomar decisiones.
- Ansiedad y ataques de pánico.
- Pensamientos recurrentes de muerte, suicidio, autolesión, o lesionar al bebé.
¿Cuándo tengo que acudir a un profesional?
Se considera que se debe consultar al médico una vez se experimente cualquier síntoma de tristeza posparto, pero es especialmente importante si estos síntomas cuentan con las siguientes características:
- No desaparecen tras dos semanas.
- Dificultan la realización de tareas diarias o del cuidado del bebé.
- Incluyen pensamientos de autolesión o lesión al bebé.
Psicosis posparto
La psicosis posparto es un trastorno que suele desarrollarse la primera semana después del parto, con síntomas más graves que la depresión:
- Confusión y desorientación.
- Pensamientos obsesivos acerca del bebé.
- Alucinaciones y delirios.
- Alteraciones del sueño.
- Exceso de energía.
- Estados de agitación y nerviosismo.
- Intentos de autolesión o de lesionar al bebé.
Puesto que se trata de un trastorno que puede causar pensamientos o conductas peligrosos, requiere tratamiento inmediato.
Depresión posparto en hombres
Aunque no sea tan común, los hombres que han sido padres también pueden experimentar depresión posparto.
Los hombres con depresión posparto desarrollarán los mismos síntomas que sufren las mujeres, pero se ha comprobado que es más habitual en padres jóvenes, con historia clínica de depresión, con problemas en las relaciones o dificultades financieras.
La depresión posparto puede tener el mismo efecto en las relaciones de pareja y los niños. El apoyo y los tratamientos serán similares e igualmente beneficiosos para ambos sexos.
¿La depresión posparto me hace débil?
En ningún caso debemos tomar la depresión posparto como un defecto de carácter o una debilidad. En ocasiones es simplemente una complicación del parto que no hemos contemplado, y necesita un tratamiento inmediato.
Recuerda que la depresión posparto es un proceso completamente natural que puede ocurrirle a cualquiera.
¡Evita los tabúes y acude a tu médico para controlar los síntomas!
Si necesitas ayuda o consejo para tratar o diagnosticar la depresión posparto, puedes ponerte en contacto con nosotros.

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Todos contra el acoso psicológico
A día de hoy, todavía (y por desgracia) vemos casos de acoso psicológico, especialmente en dos ámbitos: entre jóvenes, y en parejas y familias. También podríamos hablar del bullying, pero ya os hemos contado todo lo que necesitáis saber de él en nuestro blog.
Generalmente, el acoso psicológico comienza por “bromas”, pero termina en algo muy serio. La víctima, al principio, no suele saber cómo reaccionar, ya que se encuentra confundida: en este tipo de acoso, los mensajes son subliminales y no directos. La segunda fase por la que pasa la víctima es la de culpabilizarse, asumiendo que si su agresor está acosándola, debe tener algún motivo para ello. En este proceso, el acoso se intensifica gradualmente. Una vez la víctima trata de pedir ayuda, o estalla (quizá mediante ira o lloros), el agresor aprovecha la situación para hacerse con aliados en su entorno, con el propósito de aislarla. Al final, la víctima termina por sentirse desamparada. mientras el acosador continúa ejerciendo sus mismos comportamientos.
¿Qué es el acoso psicológico?
Por definición, el acoso psicológico es un conjunto de conductas de abuso, que además son intencionadas. Estas conductas pueden ocurrir en forma de actos, palabras, escritos o incluso gestos. Su objetivo es dañar la identidad, dignidad o integridad psicológica de una persona.
El acoso psicológico puede aparecer en cualquier relación entre dos o más personas, y puede ser ejercido por una o varias de ellas. Sin embargo, es muy fácil que no se le dé importancia o que pase desapercibido para todo aquel que no es víctima del mismo, ya que es mucho menos visible que el daño físico.
¿Cómo se produce este acoso?
Existen un sinfín de maneras de acosar a la víctima, pero quizá las más recurridas sean:
- Descalificaciones y desacreditaciones, en especial mediante mensajes no verbales.
- Rechazo de la comunicación directa con la víctima, con el fin de que el conflicto no pueda ser solucionado, y así, la víctima se sienta culpable.
- Aislamiento de la víctima, ignorarla o “hacerle el vacío”.
- Burlarse de sus inseguridades o “puntos débiles”, ideas, convicciones, etc.
- Ridiculizar a la víctima en público, o realizar alusiones inciertas o desagradables.
¿Cómo sé si estoy sufriendo acoso?
Es muy probable que, sobre todo al principio, sea difícil dilucidar si alguien te está acosando psicológicamente o si simplemente tiene un tipo de personalidad más bien burlona, y tú podrías estar exagerando (lo cual, a su vez, ya implica cierto grado de acoso).
Para ayudarte, hay una serie de señales de la persona agresora que indican que este acoso se está produciendo:
- Señala constantemente tus defectos y te desprecia. También silencia o ignora tu opinión.
- Te humilla, ya sea públicamente, a través de redes sociales, en el trabajo o clases…
- Este tipo de comentarios y actos te causan malestar, y además, te bajan la autoestima.
- Te acusan por cosas de las que no eres culpable, a veces incluso llegando a ser plenamente conscientes de que no lo eres.
- Su comportamiento no es igual de forma constante. A veces el agresor puede ser cariñoso y agradable, contigo o con otras personas.
- Te trata diferente al resto: con esto, nos referimos a que procura aislarte o volver a la gente en tu contra.
- Utiliza constantemente las burlas, sarcasmo e ironías a la hora de tratar contigo.
- Todos sus comportamientos son constantes, no puntuales. Es probable que lleves tiempo pensando en si te está acosando o no.
- Puede llegar a usar chantajes. “Si haces esto, atente a las consecuencias”, “Si no vienes esta vez, no te llamaremos después”, “Si te vas de viaje, seguro que a tu padre le ocurre algo y no estás”.
Consecuencias del acoso psicológico
Hay dos principales vertientes de consecuencias a raíz del acoso psicológico: una de ellas conforma los trastornos físicos, y la otra, los problemas emocionales.
Entre los trastornos físicos podemos encontrarnos principalmente con el estrés continuo que sufre la víctima. El estrés funciona a largo plazo, y puede llegar a provocar trastornos psicosomáticos, tales como migrañas, problemas en el sistema digestivo o problemas musculares.
A la hora de hablar de los problemas psicológicos y/o emocionales, hemos de enfocarnos en la depresión sin lugar a dudas. Sin embargo, también destacamos la pérdida de autoestima y los trastornos de ansiedad, e incluso las crisis de pánico. Otro trastorno del que podríamos hablar sería el Trastorno por Estrés Postraumático, por ejemplo.
También es común que la víctima intente recurrir a soluciones conflictivas en pos de aliviar su sufrimiento. Por ejemplo, el consumo de sustancias adictivas (no únicamente drogas, sino medicamentos como los ansiolíticos), o las conductas compulsivas, como el juego o las compras.
¿Cómo actuar contra el acoso psicológico?
El modo de actuación siempre dependerá de si eres la víctima o un tercero. Una clave indispensable es nunca ser pasivo en este proceso. Así, podemos recurrir a una serie de estrategias para prevenir el acoso en cualquier posición:
- Comunicación directa: siempre que existan ambigüedades, es probable que se desencadene una situación de acoso. Si evitamos las insinuaciones y los “malos entendidos”, podremos prevenir el posterior agravamiento de los mismos.
- Trato respetuoso, tanto verbal como no verbal: es prioritario zanjar cuanto antes los tratos que no consideramos adecuados, tales como insultos y humillaciones.
- Autoestima: es muy importante que no dudemos de nosotros mismos, ni siquiera cuando el acosador intenta que lo hagamos. También es esencial no temer al posible conflicto que se desencadene, procurando dejar a un lado, por supuesto, cualquier tipo de violencia. De la misma manera, debemos abandonar esa falsa culpabilidad que nos inculca el agresor.
- Firmeza y asertividad: el uso de expresiones muy claras, sin temer las reacciones del agresor, puede ayudar a la hora de lidiar con él.
- No aislarse: a pesar de que el acosador intente hacerlo, no debemos permitirlo bajo ningún concepto. Recuerda que puedes defenderte, y que su objetivo es precisamente lograr que te aísles.
En última instancia, si somos víctimas o presenciamos algún tipo de agresión violenta, o una agresión continuada, lo mejor es denunciar ante los órganos competentes.
Gaslighting o “luz de gas”: la sutilidad del acoso
Una estrategia de acoso psicológico que merece un punto aparte, y que se oye cada vez más recientemente, es el gaslighting o “luz de gas”.
El gaslighting se basa en que la víctima piense que su criterio no es válido. “Estás loc@”, “Eso no ha pasado”, “Es que eres demasiado sensible”, “Seguro que estás exagerando”… Son frases que a todos nos suenan, y que pueden ayudarnos a distinguir a un acosador a tiempo.
Este tipo de abuso emocional procura manipular a la víctima para que dude de su juicio o memoria, incluso cuando hay pruebas que demuestran lo contrario. Es habitual en relaciones tóxicas, no solo de pareja, sino también con amigos y familiares.
En casos extremos, la víctima llega a asumir que tiene un trastorno psicológico que le impide ver con claridad las situaciones o comprenderlas adecuadamente.
Señales del gaslighting
La psicóloga Robin Stern nos proporciona algunas señales para reconocer si podemos estar sufriendo gaslighting:
- Te ves cuestionándote tus ideas y acciones de forma constante.
- Te preguntas si estás exagerando o si eres muy sensible. También si podrías tener algún tipo de problema psicológico.
- Te disculpas constantemente, incluso por cosas que no tienes claro que hayas hecho.
- Te culpas por no ser feliz, cuando aparentemente, en tu vida solo ocurren cosas buenas.
- Ocultas información para no tener que explicar o excusarte ante ciertas personas.
- A veces, puedes llegar a mentir para evitar lidiar con las acusaciones.
- Te cuesta mucho tomar decisiones.
- Tu autoestima comienza a disminuir, llegando a sentir que no haces nada bien.
- Te preguntas si eres lo suficientemente bueno para tu entorno.
- Notas un distanciamiento con tu entorno cercano, llegando a no confiar en ellos.
¿Cómo evitar el gaslighting?
En este caso, hay una serie de pautas concretas que pueden resultar útiles para actuar ante este tipo de acoso psicológico:
- Confiar en tu intuición: puedes examinar qué es lo que no cuadra, y analizarlo a fondo.
- Evitar buscar la aprobación: una buena manera es dar por finalizada una conversación en lugar de tratar de convencer a la otra persona de algo.
- Recuerda que tus pensamientos son tuyos: no hay “emociones malas”, y no debes disculparte por sentir ninguna.
- Mantén los límites: procura hacer saber cuál es tu límite y qué consecuencias conlleva el traspasarlo.