La salud mental no es neutral. La ansiedad y la depresión no se manifiestan igual en todas las personas, y uno de los factores más significativos en esa diferencia es el género. A lo largo de los años, numerosos estudios han confirmado que la incidencia, la expresión emocional, la respuesta al tratamiento e incluso los factores desencadenantes varían según si se trata de hombres, mujeres o personas no binarias.
Entender estas diferencias no solo es una cuestión académica o médica. Es clave para ofrecer diagnósticos más precisos, tratamientos más efectivos y un abordaje más justo de la salud mental. La ciencia ha comenzado a responder con datos concretos a una realidad que durante mucho tiempo fue tratada con generalizaciones y estigmas.
Género y salud mental: ¿por qué importa?
El género no se limita a una diferencia biológica. Es un conjunto de construcciones sociales, culturales y psicológicas que moldean cómo vivimos, cómo nos expresamos y cómo enfrentamos el sufrimiento emocional. Esta variable influye directamente en:
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La forma en que las personas interpretan sus síntomas
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La probabilidad de buscar ayuda profesional
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La manera en que son tratadas por los sistemas de salud
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La respuesta a medicamentos y terapias
Analizar la ansiedad y la depresión desde una perspectiva de género permite identificar patrones únicos que de otro modo pasarían desapercibidos.
¿Quién sufre más ansiedad y depresión?
Estadísticamente, las mujeres reportan tasas más altas de ansiedad y depresión que los hombres. La Organización Mundial de la Salud estima que las mujeres tienen el doble de probabilidades de experimentar un trastorno depresivo a lo largo de su vida.
Sin embargo, estos números no lo explican todo. Los hombres tienden a subreportar síntomas emocionales, en parte por normas culturales que asocian vulnerabilidad con debilidad. Por eso, muchas veces la depresión masculina se manifiesta de forma distinta: irritabilidad, adicciones, aislamiento, conductas de riesgo o agresividad.
El género influye tanto en cómo se siente el malestar como en cómo se muestra.
Cómo se expresa la ansiedad según el género
En mujeres, la ansiedad suele manifestarse con síntomas físicos claros, como taquicardias, problemas digestivos, insomnio o tensión muscular. También es común que experimenten un pensamiento catastrófico persistente y conductas de evitación social o laboral.
En hombres, la ansiedad puede esconderse detrás de conductas hiperracionales, trabajo excesivo, consumo de alcohol o dificultad para reconocer y expresar miedo. Esto hace que muchas veces no se identifique como un trastorno de ansiedad, lo que retrasa su tratamiento.
El contexto social y los mandatos de género influyen directamente en cómo una persona permite que su ansiedad se exprese.
Depresión y género: síntomas y diferencias clave
Mientras que en mujeres la depresión suele caracterizarse por tristeza, llanto, fatiga y baja autoestima, en hombres se presenta con mayor frecuencia como ira, desapego emocional y dificultad para identificar lo que les sucede.
Además, los hombres tienen tasas más altas de suicidio consumado, aunque las mujeres tienen más intentos. Esto ha llevado a la comunidad científica a profundizar en cómo el género afecta la forma en que se pide ayuda, se accede a los recursos y se tolera el sufrimiento.
Comprender estas diferencias no es etiquetar. Es adaptar la atención clínica a realidades complejas.
Género y búsqueda de ayuda
Uno de los puntos más críticos es la diferencia en la disposición a pedir apoyo. Las mujeres suelen buscar ayuda psicológica o psiquiátrica con mayor rapidez y frecuencia que los hombres. Esto no siempre significa que sufran más, sino que reconocen antes que algo no está bien.
En contraste, muchos hombres acuden a terapia cuando ya están en una etapa de crisis avanzada, muchas veces empujados por un entorno que les exige “aguantar”. Este retraso puede agravar el cuadro y hacer que los tratamientos tarden más en dar resultado.
El género condiciona no solo cómo se sufre, sino también cuándo y cómo se pide ayuda.
El impacto del género no binario
Un área que ha comenzado a recibir mayor atención es el impacto de la ansiedad y la depresión en personas no binarias o trans. Los estudios muestran que estos grupos tienen tasas significativamente más altas de trastornos del estado de ánimo, muchas veces como resultado de discriminación, violencia, exclusión y falta de acceso a atención sanitaria respetuosa.
Además, la falta de formación en perspectiva de género en muchos profesionales de la salud mental impide una atención adecuada para estas personas. El resultado: infradiagnóstico, mala praxis o retraumatización durante el proceso terapéutico.
La identidad de género diversa no es un trastorno. Lo que enferma es la falta de aceptación y el rechazo social.
Influencia hormonal y biológica
Si bien el componente social y cultural es determinante, también existen diferencias hormonales que pueden influir en la aparición y evolución de los trastornos mentales.
En las mujeres, los ciclos hormonales, el embarazo, el posparto y la menopausia son etapas con riesgo elevado de desarrollar ansiedad o depresión. En estos casos, el cuerpo y la mente están expuestos a cambios que requieren un abordaje específico.
En los hombres, niveles bajos de testosterona también se han vinculado a síntomas depresivos, aunque se investiga mucho menos.
La interacción entre biología y género es compleja, pero ignorarla es un error clínico.
Cómo adaptar el tratamiento según el género
La nueva evidencia científica insiste en un punto: el tratamiento para ansiedad y depresión debe tener perspectiva de género. Esto significa:
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No asumir que todos los síntomas son iguales para todos
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Explorar activamente cómo el paciente interpreta su malestar
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Considerar el contexto social y los roles de género en juego
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Elegir terapias que conecten con la vivencia subjetiva de cada persona
Por ejemplo, las terapias basadas en la emoción pueden ser más útiles para mujeres que ya tienen acceso al llanto y la verbalización, mientras que las terapias centradas en la acción o la cognición pueden ser más accesibles para hombres que evitan el contacto emocional directo.
No es cuestión de estereotipos, sino de eficacia clínica.
Medicación y diferencias de género
En cuanto al tratamiento farmacológico, también se han identificado diferencias relevantes. Las mujeres metabolizan algunos medicamentos de forma diferente a los hombres, lo que puede requerir ajustes en la dosis, la frecuencia o la combinación de psicofármacos.
Además, la adherencia al tratamiento también varía. Las mujeres tienden a seguir con mayor constancia las indicaciones médicas, mientras que los hombres interrumpen más frecuentemente los tratamientos, muchas veces por la idea de que “no los necesitan”.
Un enfoque con perspectiva de género mejora la adherencia, la tolerancia y la eficacia de los tratamientos.
Nuevas líneas de investigación
La ciencia continúa profundizando en esta línea. Algunos de los temas que más se están explorando actualmente son:
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Cómo afecta la ansiedad y la depresión en la infancia y adolescencia según el género
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El impacto del género en el estrés postraumático
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La relación entre género, redes de apoyo y resiliencia
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Cómo influye el género en la neurobiología del estrés y el dolor emocional
Cada hallazgo nos acerca a una salud mental más inclusiva, más precisa y más humana.