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Si bien la opinión general relaciona la psicología con la mente, y la fisioterapia con el cuerpo físico, no debemos dejarnos engañar. La fisioterapia es una gran aliada de la psicología, equilibrando tanto el cuerpo como la mente, y complementando cualquier tipo de terapia psicológica o psiquiátrica.

El origen de muchas afecciones físicas puede provenir de alteraciones en la psique y viceversa, de manera que podemos asegurar que, sin duda, existe una importante conexión entre ambas partes, a pesar de que comúnmente las separemos. Combinando ambos tipos de terapia, podemos lograr un tratamiento integral del paciente.

Puntos clave de la relación psicología-fisioterapia

Para comprender la importancia de la utilización de ambos tipos de terapia en un tratamiento, lo primero que necesitamos comprender son los factores que hacen relevante esta unión.

  • El estrés en la sociedad. El estrés presente en la sociedad actual influye negativamente en el factor emocional del paciente. La alta (y constante) exposición a este estrés genera dificultades en la gestión de las emociones, y, por tanto, malestar en la psique de aquellos que lo sufren.
  • Malestar debido a lesiones. Otros pacientes acuden con una lesión que ha disminuido su fortaleza mental. Aquellos que sufren dolor de larga duración, o lesiones incapacitantes, pueden ver aumentados sus niveles de estrés o padecer alteraciones en el estado de ánimo.
  • Personalización del tratamiento. En la fisioterapia, no existe un “tratamiento neutral”, que se pueda utilizar genéricamente. Es importante tener en cuenta la personalidad, la afección y el entorno del paciente a la hora de desarrollar un tratamiento. Así, la psicología es la que se encarga de comprender y realizar un análisis de la situación emocional y de la psique del usuario, y facilitar esta personalización en base al mismo.

Psicología de la rehabilitación

Dentro de este trabajo multidisciplinar y la combinación de la terapia física y psicológica, un subtema fundamental es la psicología de la rehabilitación. Esta disciplina aborda el estudio y tratamiento de los pacientes que, tras un accidente o enfermedad, sufren una discapacidad crónica.

La base de este campo son los principios de una sociedad igualitaria, que no dificulte el desarrollo y la adaptación de los pacientes. Sus principales objetivos son el apoyo psicológico; la reeducación emocional y cognitiva; y la terapia, focalizada en la potenciación de las fortalezas del paciente.

El trastorno psicosomático

La prueba principal de la relación entre el cuerpo y la mente en cuanto a alteraciones, se presenta mediante el trastorno psicosomático. En este tipo de trastornos, las condiciones físicas pueden verse afectadas debido a factores mentales, bien positivos resultando en una mejora de las condiciones, o bien negativos, resultando en un deterioro de las mismas.

Las categorías en las que podemos dividir estos trastornos son principalmente tres:

  • Pacientes que sufren una condición física y una mental. Pueden no relacionarse, pero incrementan la dificultad del tratamiento por sus presencias.
  • Pacientes que sufren una condición física, que provoca una mental. Es el caso, por ejemplo, de la depresión o ansiedad comúnmente.
  • Trastornos somatomorfos, donde la condición física es causada por una condición mental. Un caso muy conocido es el de la hipocondría, donde la mente “engaña” al cuerpo físico.

¿Cuáles son las disfunciones psicosomáticas?

Dentro de este apartado, podemos encontrar una larga lista de afecciones de tipo psicosomático, que relacionan tanto a psicólogos como a fisioterapeutas en su tratamiento.

Hablaremos, pues, de las más comunes, teniendo en cuenta, por supuesto, que no solo se producen debido a estados alterados en la psicología:

  • Depresión. Las personas con depresión pueden sentir dificultad a la hora de cuidar de su salud, lo que desemboca en problemas físicos y/o alteraciones psicológicas.
  • Ansiedad. En este caso, existe una retroalimentación con los problemas físicos. Es decir, la ansiedad puede aparecer a causa de un problema de salud ya existente, y al mismo tiempo, empeorar este mismo problema.
  • Dolor crónico. De forma frecuente, los pacientes sienten dolor en la cabeza y/o en la espalda.
  • Fatiga crónica y/o debilidad.
  • Insomnio.
  • Mareos o vértigos.
  • Colon irritable, gases y/o molestias digestivas.
  • Molestias generalizadas.

Entre el origen de estos trastornos podemos encontrar afecciones crónicas, lesiones, o incluso modos de vida insalubres que se sostienen en el tiempo.

Para poder tratar este tipo de enfermedades, que provienen de causas emocionales, es necesario realizar un análisis profundo del estado mental del paciente, siendo el objetivo rebajar los niveles de angustia, eliminar las causas estresantes, o ayudar a fortalecer la mente del mismo.

Y recuerda: “Mens sana in corpore sano”.

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Pilar Gómez Ruiz
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