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En nuestra vida diaria, la adicción al dulce no suele ser una de nuestras principales preocupaciones. En medio del ajetreo de la vida cotidiana, solemos buscar consuelo en los pequeños placeres, y, para muchos de nosotros, uno de ellos son los dulces.

Y es que los dulces son capaces de brindar un momento de satisfacción y alegría en un momento estresante o triste. Sin embargo, para algunas personas, el deseo de dulces puede convertirse en una adicción al dulce, lo que posteriormente, conducirá a problemas psíquicos y físicos.

¿De dónde viene?

La adicción al dulce, como todas las adicciones, implica un patrón de comportamiento compulsivo y un grave exceso de azúcar en la dieta. El azúcar desencadena la liberación de dopamina (neurotransmisor del placer y la recompensa) en el cerebro, creando una sensación de euforia temporal. En consecuencia, las personas pueden experimentar un impulso fuerte y recurrente de acudir al dulce para lograr ese “subidón”.

El azúcar en el cerebro

Aunque los dulces puedan crear una sensación de alivio temporal, el consumo excesivo de azúcar tiene efectos negativos en la salud física y mental a largo plazo. El exceso de dulce, además, contribuye a cambios en el cerebro y la bioquímica corporal, afectando el estado de ánimo y la función cognitiva.

Efectos en el cuerpo

Algunos de los efectos secundarios de la adicción al dulce a nivel físico engloban:

  • Aumento de peso: como los dulces suelen ser ricos en calorías, contribuyen al aumento de peso. El exceso de azúcar se convierte en grasa corporal, y esto puede llegar a conducir a la obesidad si no se realiza suficiente actividad física.
  • Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares: aumentan los niveles de triglicéridos y colesterol en sangre, que conducen a la acumulación de placa en las arterias y aumentos de la presión arterial.
  • Resistencia a la insulina y diabetes tipo 2: se dificulta la absorción de glucosa en la sangre y produce niveles elevados de azúcar en sangre. Si se prolonga en el tiempo, aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
  • Mayor riesgo de enfermedades metabólicas: al igual que en las enfermedades vasculares, ayuda a presentar varios factores de riesgo, como obesidad abdominal, resistencia a insulina, hipertensión y niveles anormales de lípidos en sangre.
  • Deterioro de la salud bucodental: el azúcar proporciona un ambiente favorable para el crecimiento de las bacterias que causan caries. Además, su consumo excesivo aumenta también el riesgo de enfermedades de las encías.
  • Impacto en la piel: contribuye al acné y al envejecimiento prematuro. El azúcar en sangre puede provocar inflamación en todo el cuerpo, dañando el colágeno y la elastina de la piel.

Efectos en la mente

A nivel psíquico, el exceso de consumo de dulces puede causar los siguientes efectos:

  • Cambios en el estado anímico: se producen debido a la fluctuación de los niveles de azúcar en sangre. Esto provoca un aumento repentino de energía, seguido de un rápido descenso que provoca irritabilidad, fatiga y cambios de humor.
  • Dependencia emocional: recurrir frecuentemente a los dulces como alivio puede crear una dependencia emocional de los mismos para regular las emociones. Esto puede contribuir a una relación disfuncional con la comida y problemas de salud mental.
  • Disminución de la concentración y la cognición: los picos y caídas en los niveles de azúcar pueden provocar niebla mental, dificultad para concentrarse y problemas de memoria a corto plazo.
  • Mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo: el azúcar afecta la actividad de los neurotransmisores, dificultando la regulación del estado de ánimo y las emociones.
  • Impacto a largo plazo: la adicción al dulce aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer o demencia.

Cómo saber si soy adict@ a los dulces

Identificar si alguien es adicto al dulce puede requerir observación cuidadosa de su comportamiento y hábitos alimenticios. Aquí hay algunas señales que pueden indicar una posible adicción al dulce:

  • Consumo excesivo: la persona consume dulce con frecuencia y en grandes cantidades, independientemente de si tiene o no hambre. Es difícil para ellos controlar la cantidad que consumen y tienen dificultades a la hora de limitar su ingesta.
  • Antojo constante: experimentan antojos intensos y frecuentes de dulces, incluso tras haber comido. Estos antojos son difíciles de resistir y pueden llevar a comportamientos compulsivos.
  • Dependencia emocional: recurren a los dulces cada vez que experimentan malestar, en lugar de buscar otras soluciones.
  • Síntomas de abstinencia: experimentan síntomas físicos y/o emocionales cuando tratan de eliminar su consumo de dulces. Algunos de estos síntomas pueden incluir irritabilidad, dolor de cabeza, fatiga o cambios de humor.
  • Priorización de los dulces: la persona prioriza el consumo de dulces sobre otros alimentos, lo que afecta negativamente a su salud física y a su bienestar general.
  • Sentimiento de culpa o vergüenza: tras el “atracón” de dulce, las persona puede sentir culpa, vergüenza o remordimiento. A pesar de ello, pueden seguir teniendo dificultades para controlarse.

Adicción al dulce y depresión

La relación entre la adicción al dulce, la tristeza y la depresión es compleja y multifacética.

Por un lado, muchas personas recurren al dulce como consuelo emocional ante sentimientos de tristeza, soledad o estrés. Este acto de comer dulces proporciona un breve alivio de la angustia emocional y funciona como una distracción temporal.

Por otro lado, la depresión y los trastornos del estado de ánimo suelen asociarse con cambios en el apetito y los hábitos alimenticios. Algunas personas pueden experimentar la adicción al dulce como parte de sus síntomas. Este ciclo de comer de forma emocional puede conllevar una mayor dependencia de los dulces como forma de enfrentar desafíos.

¿Cuál es su relación?

A continuación, comentaremos algunas formas en las que los investigadores han relacionado la depresión y la adicción al dulce:

  • Efecto de recompensa: los pacientes toman dulces como una forma rápida de sentirse mejor cuando están experimentando síntomas de depresión.
  • Automedicación: el consumo de dulce se vuelve una forma de automedicación frente a la depresión. Como el azúcar provoca alivio, se usa como consuelo emocional, actuando como un mecanismo de afrontamiento ante los desafíos emocionales subyacentes.
  • Ciclo de retroalimentación negativa: el consumo excesivo de dulce, aunque parezca ayudar en un principio, puede empeorar los síntomas de la depresión a largo plazo. Esto crea un ciclo de retroalimentación negativa, en el que el consumo excesivo de dulces agrava la depresión, y esto, a su vez, aumenta la necesidad del dulce para aliviar el malestar emocional.
  • Respuestas emocionales: puesto que las personas que experimentan depresión suelen sufrir cambios en su dieta, algunas pueden experimentar un deseo irresistible de dulces como parte de sus síntomas.
  • Factores sociales y culturales: en muchas culturas, los dulces se asocian con celebraciones y eventos sociales. Esto puede conducir al aumento de su consumo durante períodos de estrés o tristeza. Asimismo, la disponibilidad y accesibilidad de alimentos ricos en azúcar en nuestra sociedad puede facilitar el consumo excesivo de dulces inconsciente.

En resumen, la adicción al dulce puede ser tanto un síntoma de depresión como un intento de paliarla. Aunque los dulces puedes proporcionarnos un alivio temporal, es necesario abordar los desafíos emocionales subyacentes y desarrollar estrategias para hacerles frente sin generar dependencias.

¿Cómo hacer frente a la adicción al dulce?

Superar las adicciones puede ser un desafío, pero eso no implica que sea imposible.

Algunas estrategias que pueden ayudarte a romper el ciclo de la adicción al dulce son las siguientes:

  1. Identificarlos desencadenantes: pueden ser estrés, aburrimiento, tristeza… Una vez identificados, podrás desarrollar estrategias efectivas para enfrentarlos.
  2. Practica la moderación: en vez de eliminar por completo los dulces de tu dieta, intenta reducir gradualmente tu consumo. Una buena forma de hacerlo es establecer límites claros tanto en tiempo como en cantidad de dulce que se consume.
  3. Aprende a manejar el estrés: busca formas saludables de combatir el estrés, como la meditación, el ejercicio regular o la terapia cognitivo-conductual.
  4. Busca alternativas saludables: una opción ideal son las frutas frescas, el yogur griego, la miel o el chocolate negro. Son alimentos más nutritivos y satisfarán el deseo de dulce.
  5. Busca apoyo: si se te hace cuesta arriba, busca siempre ayuda. Tanto de amigos, familiares, grupos de terapia o simplemente consultando a un profesional de la salud mental. Ten en cuenta que es muy importante contar con un sistema de apoyo sólido durante este proceso.
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Pilar Gómez Ruiz
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Doctoralia

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