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Vivimos conectados, acelerados y exigidos. En la actualidad, la ansiedad y el estrés se han convertido en parte habitual de la vida de muchas personas. Pero que sea común no significa que sea normal o saludable.

Una vez en el tema, sin embargo, ¿sabemos cómo diferenciarlos, qué síntomas tienen o simplemente qué es cada uno? Vamos a descubrirlos, y, sobre todo, a conocer algunas herramientas para manejarlos en nuestro día a día.

¿Qué es el estrés?

El estrés es una respuesta del cuerpo y la mente ante una demanda que sentimos que excede nuestros recursos. Puede ser positivo (estrés agudo o eustrés) cuando nos activa y ayuda a reaccionar rápido, pero se vuelve negativo (estrés crónico o distrés) cuando se mantiene en el tiempo y empieza a afectarnos física y emocionalmente.

Las causas más frecuentes de aparición del estrés son:

  • Sobrecarga laboral.
  • Problemas económicos.
  • Exceso de responsabilidades familiares.
  • Falta de descanso.
  • Cambios importantes (mudanzas, separaciones, enfermedades, accidentes).

¿Y la ansiedad?

La ansiedad es una emoción natural que surge cuando percibimos peligro o amenaza. El problema aparece cuando esta sensación se mantiene sin una razón clara o cuando nos bloquea en el día a día. Puede estar relacionada con el estrés, pero no son lo mismo.

Algunas señales comunes de la ansiedad son:

  • Miedo constante o preocupaciones excesivas.
  • Sensación de falta de aire o presión en el pecho.
  • Pensamientos rápidos y repetitivos, principalmente acerca de situaciones negativas.
  • Insomnio, sueño interrumpido o sueño poco reparador.
  • Dificultades para concentrarse.

Diferencias entre estrés y ansiedad

Aunque muchas veces van de la mano, es importante distinguirlos:

Característica Estrés Ansiedad
Origen Estímulo externo concreto Percepción interna de amenaza
Duración Suele cesar cuando acaba el estímulo Puede mantenerse sin motivo real
Síntomas Cansancio, tensión, irritabilidad Nerviosismo, temor, insomnio
Tipo de respuesta Reactiva Anticipatoria

La vida moderna: un gran caldo de cultivo

Vivimos en una sociedad que premia la rapidez, la productividad y la constante disponibilidad. Todo esto nos empuja a un estado de alerta casi permanente:

  • Notificaciones constantes.
  • Comparación en redes sociales.
  • Presión por “aprovechar el tiempo”.
  • Dificultad para desconectar incluso en casa.

Esto genera un desgaste emocional profundo. Muchas personas viven con tensión, duermen mal, sienten que no llegan a todo y terminan agotadas. Es un ciclo que se alimenta solo.

¿Cómo nos afectan el estrés y la ansiedad a la salud?

El cuerpo y la mente no están diseñados para funcionar en estado de alarma constante. Cuando el estrés y la ansiedad se cronifican, pueden aparecer consecuencias como:

  • Trastornos del sueño.
  • Dolores musculares y de cabeza.
  • Problemas digestivos.
  • Bajada de defensas.
  • Irritabilidad o tristeza frecuente.
  • Dificultades en las relaciones.
  • Bajo rendimiento laboral o académico.

¿Cómo gestionarlo?

No existe una fórmula mágica, pero hay estrategias que ayudan a reconectar con uno mismo, calmar la mente y recuperar el equilibrio:

1. Reconocer que algo no va bien

El primer paso es darse cuenta. Si llevas tiempo con tensión, insomnio, nervios constantes o malestar general, ponle nombre. Evitarlo solo alarga el problema.

2. Volver al cuerpo

Las prácticas corporales ayudan a regular el sistema nervioso:

  • Respiración consciente.
  • Ejercicio físico suave (caminar, yoga, estiramientos).
  • Duchas frías o contrastes.
3. Descansar de verdad

Dormir no siempre es descansar. Apagar pantallas, establecer rutinas de sueño y permitirte pausas reales en el día es esencial.

4. Identificar pensamientos repetitivos

Muchas veces, lo que nos estresa no es lo que pasa, sino lo que nos decimos. Aprende a observar tus pensamientos sin creértelos todos.

5. Poner límites

No todo es urgente ni todo depende de ti. Aprende a decir no, a delegar y a soltar lo que no puedes controlar.

6. Crear rutinas que te calmen

Leer, escribir, pasear, cuidar plantas, cocinar con calma… Cualquier actividad que te devuelva al presente y te conecte contigo mismo suma.

7. Buscar apoyo profesional

Si sientes que no puedes solo, la terapia psicológica puede ser un espacio seguro para entender lo que te pasa y aprender a gestionarlo de forma sana. Puedes ponerte en contacto con nosotros sin compromiso.

Herramientas y consejos para el día a día

A veces, lo pequeño marca la diferencia. Estas herramientas son simples pero efectivas:

Respiración 4-7-8

Inhala 4 segundos, retén 7, exhala 8. Repite de 3 a 5 veces. Ayuda a calmar el sistema nervioso.

Escaneo corporal

Siéntate unos minutos en silencio y dirige tu atención por todo tu cuerpo, parte por parte. Observa tensiones sin juzgar.

Diario de pensamientos

Anota lo que te preocupa y lo que sientes. Ponerlo en papel lo ordena y alivia.

Técnica del 5-4-3-2-1

Para volver al presente: nombra 5 cosas que ves, 4 que puedes tocar, 3 que oyes, 2 que hueles, 1 que saboreas.

Romper el ciclo del “no tengo tiempo”

Una de las frases más comunes entre personas estresadas es: “no tengo tiempo para parar”. Pero justo por eso es urgente parar. No necesitas una hora. A veces 5 minutos de respiración o un paseo en silencio son suficientes para resetear.

El autocuidado no es un lujo, es una necesidad básica. Y no es egoísmo: cuando estás bien, también puedes cuidar mejor a los demás.

No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos decidir cómo queremos vivir en él.

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Pilar Gómez Ruiz
Pilar Gómez Ruiz
Doctoralia

Creemos que lo importante en la vida de las personas es el camino hacia la meta, y no el logro en sí.

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