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La vuelta a la rutina después de un período de descanso, como las vacaciones, puede ser un desafío tanto para niños como para adultos. Desde una perspectiva psicológica, este proceso implica reajustar hábitos, manejar expectativas y, en algunos casos, lidiar con el estrés o la ansiedad. Aunque todos enfrentamos dificultades similares, las respuestas emocionales y cognitivas difieren significativamente en niños y adultos debido a factores como el desarrollo cerebral, las responsabilidades y las expectativas sociales.

Vuelta a la rutina en niños

Durante las vacaciones, los niños suelen tener un horario menos estructurado y más flexibilidad, lo que puede generar dificultades al reintegrarse a las obligaciones escolares y a los hábitos diarios. Este proceso de transición puede provocar sentimientos de ansiedad o estrés, particularmente en los niños más pequeños que aún están desarrollando sus habilidades de regulación emocional y adaptación a cambios. Desde el punto de vista psicológico, este regreso implica reajustar tanto los ritmos de sueño como la capacidad de concentración y la interacción social, áreas clave que aún están en proceso de desarrollo durante la infancia.

Por nuestra parte, la mejor manera de ayudarles es prepararles gradualmente para la vuelta a la rutina y apoyarles emocionalmente, especialmente en casos que presenten miedos o episodios graves de ansiedad.

Desarrollo cognitivo y emocional

Los niños, especialmente aquellos en edad preescolar y primaria, tienen un cerebro que todavía está en crecimiento y formación, lo que significa que su capacidad para regular emociones, adaptarse a cambios y concentrarse en tareas prolongadas está en proceso de desarrollo. Según la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget, los niños pequeños todavía están desarrollando habilidades como la planificación y la toma de decisiones, lo que puede hacer que las transiciones sean particularmente desafiantes para ellos.

¿Cómo se traduce esto en el comportamiento?

  • Desarrollo de la función ejecutiva: La función ejecutiva, que incluye habilidades como el control de impulsos, la organización y la flexibilidad cognitiva, se sigue desarrollando en los niños hasta la adolescencia. Esto significa que los niños pueden tener dificultades para planificar y anticipar lo que implicará el regreso a la escuela o a las actividades cotidianas.
  • Regulación emocional: En términos de regulación emocional, los niños más pequeños pueden mostrar más frustración o ansiedad al regresar a la rutina debido a su menor capacidad para procesar sus emociones de manera racional. Esto puede manifestarse en irritabilidad, resistencia o tristeza.

Aparición de ansiedad

Para muchos niños, la vuelta a la escuela o al jardín de infantes implica un aumento de la ansiedad. Esto puede deberse a la separación de los padres, las preocupaciones sobre el rendimiento académico o la adaptación a un nuevo entorno social. La ansiedad de separación, en particular, es común en niños pequeños, quienes pueden experimentar angustia cuando se separan de sus cuidadores después de pasar mucho tiempo en casa durante las vacaciones.

A medida que los niños crecen, la presión por el rendimiento académico también puede contribuir al aumento del estrés. Según estudios sobre el estrés infantil, las expectativas percibidas, tanto de los padres como de los maestros, pueden generar ansiedad en niños de edad escolar.

Estrategias de adaptación a la rutina

Existen un sinfín de estrategias para ayudar a los niños a volver a la rutina, y lo mejor es encontrar la manera que mejor se adecúe a la personalidad y situación de cada niño. Sin embargo, hay 3 estrategias que suelen ayudar de manera general:

  • Crear una rutina gradual: Reintroducir gradualmente los horarios regulares de sueño, comidas y actividades diarias antes del regreso a la escuela.
  • Conversaciones abiertas: Es útil hablar con los niños sobre lo que pueden esperar en la vuelta a la rutina. Esto les permite procesar sus emociones y recibir apoyo emocional de los padres o cuidadores.
  • Técnicas de relajación: Practicar la relajación a través de ejercicios de respiración profunda o actividades calmantes, como el dibujo o escuchar música, puede ayudar a reducir la ansiedad en los niños.

Rutina diaria en adultos

Para los adultos, la vuelta a la rutina después de un período de descanso suele ser una experiencia marcada por el “estrés postvacacional“, caracterizado por una sensación de fatiga, desmotivación y ansiedad ante la reanudación de las responsabilidades laborales y familiares. A diferencia de los niños, los adultos enfrentan presiones más complejas, como la gestión del tiempo, las expectativas profesionales y el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. El retorno a los horarios estrictos y la carga laboral acumulada pueden generar una sensación de abrumo, especialmente si durante las vacaciones se adoptaron hábitos más relajados. Este proceso de ajuste implica tanto un esfuerzo tanto mental como físico, ya que el cuerpo debe readaptarse a los ritmos circadianos alterados durante las vacaciones y la mente debe lidiar con las demandas de productividad.

Estrés postvacacional, ¿cómo manejarlo?

En los adultos, el regreso a la rutina puede desencadenar lo que comúnmente se llama “estrés postvacacional”, un fenómeno psicológico que implica la dificultad para volver a las obligaciones laborales o domésticas después de un período de descanso. Según los estudios, hasta un 30% de los adultos experimenta algún grado de estrés postvacacional, con síntomas que incluyen fatiga, irritabilidad, ansiedad y falta de motivación.

Este estrés postvacacional suele ser el resultado de la desconexión entre el ritmo relajado de las vacaciones y la realidad laboral o doméstica que implica mayor presión y responsabilidad. A nivel psicológico, esta transición requiere una alta capacidad de adaptación cognitiva, lo que puede ser un desafío, sobre todo si la persona ha acumulado cargas laborales o personales que le esperan a su regreso.

¿Qué factores psicológicos influyen en la vuelta a la rutina?

Los adultos enfrentan diferentes desafíos psicológicos al volver a la rutina, principalmente relacionados con sus responsabilidades profesionales y familiares. Algunos factores que suelen presentarse de forma común son:

  • Expectativas laborales: La presión por cumplir con expectativas laborales puede ser abrumadora al regresar de vacaciones. La falta de preparación psicológica para asumir de nuevo estas responsabilidades puede generar ansiedad.
  • Desajuste del ritmo circadiano: Muchos adultos alteran sus patrones de sueño durante las vacaciones, lo que provoca dificultades para adaptarse nuevamente al horario laboral. El desajuste del ritmo circadiano puede exacerbar la fatiga y afectar la concentración y el estado de ánimo.
  • Responsabilidades familiares: Además del trabajo, los adultos suelen tener responsabilidades familiares, lo que añade una capa adicional de estrés al tratar de cumplir con todas las obligaciones diarias después de las vacaciones.

¿Cómo afrontar esta vuelta a la rutina?

Existen varias estrategias para ayudar a los adultos a enfrentar la vuelta a la rutina de manera más efectiva:

  • Planificación anticipada: Prepararse mentalmente para la vuelta al trabajo o las obligaciones familiares con antelación puede aliviar el impacto del cambio. Crear una lista de tareas pendientes y organizar el tiempo de manera realista son técnicas útiles para reducir la sobrecarga emocional.
  • Descanso adecuado: Volver a establecer un horario de sueño regular es clave para mitigar los efectos del estrés postvacacional. Según la teoría del sueño reparador, el sueño adecuado permite que el cuerpo y la mente se recuperen, mejorando la adaptación a las rutinas diarias.
  • Desconexión gradual del modo vacacional: Al regresar de las vacaciones, es útil integrar gradualmente los hábitos laborales o personales en lugar de sumergirse de golpe en todas las tareas. Esto ayuda a reducir la sensación de abrumamiento.

Vuelta a la rutina: ¿más fácil para los niños o para los adultos?

Determinar si la vuelta a la rutina es más fácil para los niños o para los adultos depende de varios factores, ya que ambos grupos enfrentan desafíos únicos, aunque diferentes en naturaleza.

Para los niños, la vuelta a la rutina puede ser más difícil debido a su desarrollo emocional y cognitivo en curso.

En los adultos, aunque tienen un mayor control sobre sus emociones y habilidades organizativas, el regreso a las responsabilidades laborales, familiares y sociales puede generar un nivel de estrés significativo.

Es decir: la vuelta a la rutina puede ser difícil tanto para niños como para adultos, pero los factores que influyen en cada grupo son distintos.

Diferencias en niños y adultos al volver a la rutina

Las diferencias en el desarrollo cerebral, las expectativas sociales y las responsabilidades entre niños y adultos hacen que sus respuestas psicológicas varíen considerablemente.

  • Regulación emocional: Los adultos, con un desarrollo completo de la corteza prefrontal, tienen una mayor capacidad para regular sus emociones.
  • Responsabilidad personal y social: Los adultos están sujetos a mayores expectativas sociales y laborales, lo que puede hacer que el estrés sea más intenso.
  • Autonomía: Los adultos tienen un mayor control sobre sus horarios y rutinas, lo que les permite implementar estrategias de afrontamiento más efectivas. Los niños, por otro lado, dependen de la estructura impuesta por sus padres y maestros, por lo que el proceso de adaptación esté fuera de su control en gran medida.
  • Capacidad para enfrentar el estrés: Los adultos generalmente tienen una capacidad más desarrollada para manejar el estrés y la ansiedad debido a la experiencia previa y el uso de mecanismos de afrontamiento más sofisticados.
  • Adaptación a los cambios: Los niños suelen tener más dificultades para adaptarse a los cambios en la rutina. Aunque los adultos también pueden experimentar resistencia al cambio, tienden a tener una flexibilidad cognitiva más desarrollada y haber vivido transiciones similares a lo largo de su vida, generando mayor resiliencia.
  • Manejo de la fatiga: Tanto los niños como los adultos pueden experimentar fatiga física y mental al volver a la rutina, pero la forma en que la procesan es diferente. Los niños, debido a sus ritmos circadianos y patrones de sueño en desarrollo, suelen ajustarse más rápidamente si vuelven a un horario regular de sueño.
  • Motivación y metas a largo plazo: Los adultos suelen tener una visión más clara de sus objetivos a largo plazo, tanto a nivel personal como profesional. Esto les ayuda a sobrellevar esa frustración inicial al volver a la rutina.
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Pilar Gómez Ruiz
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Doctoralia

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