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En los últimos años, cada vez más adultos reciben un diagnóstico de autismo, especialmente en grados bajos, como el nivel 1 del espectro. Este diagnóstico tardío puede suponer un alivio y, a la vez, un desafío. Entender qué significa, cómo afecta a la vida cotidiana y qué estrategias pueden ayudar es esencial, tanto para quienes lo reciben como para su entorno.

¿Qué Es el autismo en grados bajos?

El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es una condición neurodesarrollativa que afecta la forma en que una persona percibe el mundo, se comunica y se relaciona con los demás. Los grados bajos de autismo, como el nivel 1, suelen asociarse con:

  • Dificultades leves en la interacción social.

  • Necesidad de rutinas o intereses restringidos.

  • Problemas sensoriales que no siempre se notan.

  • Buena capacidad de comunicación verbal.

Por eso, muchas personas con este perfil pueden pasar desapercibidas durante años, adaptándose o enmascarando sus dificultades.

Mitos del autismo en adultos

  • “Si no lo diagnosticaron de niño, no puede ser autismo”: Falso. Muchas personas, especialmente en grados bajos, son diagnosticadas en la adultez.

  • “Si tiene amigos o trabajo, no puede ser autista”: Falso. Tener relaciones o empleo no invalida el diagnóstico; lo importante es cómo se viven internamente estas experiencias.

  • “Es solo timidez o introversión”: Falso. Aunque pueda parecerlo, el autismo implica diferencias en la percepción, el procesamiento y la respuesta emocional.

  • “Las personas con autismo no tienen empatía”: Falso. Muchas personas autistas sienten profundamente y son muy sensibles al sufrimiento ajeno, pero pueden tener dificultades para interpretar señales sociales o expresar emociones de forma convencional.

  • “El autismo solo afecta a hombres”: Falso. Las mujeres y personas no binarias también pueden ser autistas, aunque con presentaciones diferentes que a menudo conducen a diagnósticos tardíos o erróneos.

  • “El autismo se cura con la edad”: Falso. El autismo es una condición neurodiversa presente desde el nacimiento, no una enfermedad que se cure o desaparezca con los años.

La verdad sobre el autismo en adultos

El autismo siempre ha estado presente en las personas diagnosticadas tardíamente, aunque pasara desapercibido durante años. Esta condición no se desarrolla de forma repentina en la adultez, sino que las características del espectro autista han acompañado a la persona desde siempre, aunque quizá sin ser comprendidas ni reconocidas.

Es importante entender que el autismo puede manifestarse de forma sutil o estar enmascarado por estrategias de adaptación social, lo que a menudo conduce a confusión o a diagnósticos erróneos previos. Cada persona autista es diferente, única, con sus propios intereses, capacidades y desafíos, lo que hace que cada experiencia sea singular.

Recibir un diagnóstico, aunque sea en la adultez, puede ser profundamente liberador, ya que permite comprender mejor las propias vivencias, reducir la autoexigencia y avanzar hacia una autoaceptación real.

La vida con autismo en la adultez puede ser rica, plena y significativa, siempre que se cuente con apoyo adecuado, comprensión y se adapten los entornos a las necesidades de cada persona.

El autismo no es una enfermedad que deba curarse, sino una forma diferente de percibir y procesar el mundo, que merece ser comprendida y respetada.

Además, las personas autistas pueden establecer relaciones personales, laborales y familiares profundas y satisfactorias, basadas en la comunicación honesta y el respeto mutuo. Por eso, el diagnóstico tardío no es un final, sino el principio de un camino hacia el autoconocimiento y una vida más auténtica y coherente con uno mismo.

Diagnóstico tardío: ¿por qué sucede?

El diagnóstico tardío es frecuente en personas con autismo de grados bajos, especialmente en mujeres, donde los patrones sociales y culturales pueden favorecer el “camuflaje”. Estas personas suelen haber desarrollado estrategias para ocultar o compensar sus dificultades, lo que hace que pasen desapercibidas tanto en la escuela como en el entorno laboral o familiar.

Algunos factores que contribuyen al diagnóstico tardío:

  • La creencia errónea de que el autismo solo afecta a niños.

  • La falta de formación específica en profesionales de salud mental y educativa.

  • El propio desconocimiento de la persona sobre su condición.

  • La existencia de diagnósticos previos incorrectos (como ansiedad, depresión o TDAH).

Señales comunes

Aunque cada persona es única, algunas características suelen ser compartidas por adultos con autismo en grados bajos:

  • Dificultad para entender las normas sociales no explícitas.

  • Fatiga social tras encuentros prolongados o situaciones grupales.

  • Necesidad de rutinas o dificultad para adaptarse a cambios imprevistos.

  • Hiperfocalización en intereses específicos.

  • Sensibilidad sensorial (a sonidos, luces, texturas).

  • Problemas para identificar o expresar emociones propias.

Estas señales pueden ser interpretadas como “rarezas”, “timidez extrema” o incluso “perfeccionismo”, lo que retrasa el diagnóstico.

¿Qué puede suponer recibir un diagnóstico tardío de autismo?

Recibir un diagnóstico de autismo en la adultez tiene implicaciones emocionales, sociales y laborales. Para muchas personas, es un momento de liberación: finalmente comprenden por qué se han sentido diferentes o por qué les costaban ciertas situaciones. Sin embargo, también puede generar sentimientos de duelo por no haberlo sabido antes.

Entre los efectos más comunes, podemos distinguir este alivio y duelo que comentábamos en el párrafo anterior, una reestructuración de la identidad (donde se integra el diagnóstico en la percepción de uno mismo), y la aparición de miedos e inseguridades (cómo contárselo al entorno o cómo adaptarse a esta noticia).

¿Por qué es importante el acompañamiento profesional?

Contar con profesionales especializados es clave para entender y gestionar el diagnóstico. Psicólogos, terapeutas ocupacionales o coaches especializados en neurodiversidad pueden ofrecer herramientas personalizadas.

Además, buscar apoyo en comunidades online o grupos presenciales de personas autistas puede generar un espacio seguro donde compartir experiencias y estrategias.

Si crees que podrías padecer autismo, puedes contactar con nosotros sin compromiso y te ayudaremos a buscar al mejor profesional para ti.

Viviendo con autismo de niveles bajos

Una vez recibido el diagnóstico, muchas personas se plantean cómo adaptar su vida para sentirse más cómodas y ser más auténticas. Aquí van algunos tips prácticos:

  1. Entender las necesidades propias: identificar las situaciones que te provocan malestar para minimizar o planificar su impacto. Por ejemplo, si eres sensible al ruido, el uso de auriculares o la programación de pausas en situaciones sociales alargadas.
  2. Establecer rutinas flexibles: las rutinas aportan seguridad, pero es muy útil aprender a flexibilizarlas para adaptarse a los imprevistos. Para esto, recomendamos el uso de aplicaciones de organización.
  3. Comunicar tus límites: lograr explicar de forma clara y asertiva tus necesidades a tu entorno. Esto no quiere decir que compartas tu diagnóstico, sino simplemente establecer límites saludables.
  4. Buscar entornos inclusivos: en algunos casos, puede ayudar la asistencia a actividades que respeten la neurodiversidad para generar un sentido de pertenencia y reducir la sensación de aislamiento.
  5. Autocuidado emocional: practicar técnicas de relajación o actividades creativas tranquilas, como escribir o dibujar, para manejar la sobrecarga sensorial/emocional.

¿Y si formo parte de su entorno?

Las personas que conviven o trabajan con adultos con autismo en grados bajos también pueden adoptar estrategias para ser más inclusivas y respetuosas:

  • Evitar interrupciones o cambios bruscos en planes sin previo aviso.

  • Ser claros en la comunicación y evitar dobles sentidos o ambigüedades.

  • Respetar los espacios y tiempos de descanso.

  • Validar y aceptar sus intereses, aunque parezcan poco comunes.

Autismo y mujeres

Las mujeres suelen recibir diagnósticos más tardíos debido a una mayor capacidad de camuflaje social y a estereotipos de género. Además, muchas desarrollan estrategias para imitar comportamientos neurotípicos, lo que aumenta su fatiga social y puede llevar a crisis emocionales.

Señales frecuentes más comunes en mujeres:

  • Alta empatía y habilidades sociales superficiales que ocultan sus dificultades.

  • Tendencia al perfeccionismo o a la autoexigencia excesiva.

  • Diagnósticos previos de ansiedad, depresión o trastornos alimentarios.

  • Más propensas a enmascarar o copiar comportamientos de otras personas.

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Pilar Gómez Ruiz
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