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Recientemente, hemos sido testigos del preocupante aumento y gravedad de los casos de bullying a nivel mundial, con consecuencias catastróficas tanto para las víctimas como para sus familias. Sin embargo, a pesar de contar con ideas generales, sabemos menos de lo que creemos acerca de este tipo de maltrato.

¿Qué es el bullying?

El bullying es, por definición, la exposición que sufre una persona a daños físicos y psicológicos, de forma intencionada y continuada por parte de otra persona o grupo de personas. Asimismo, son todos aquellos comportamientos de persecución u hostigamiento. El objetivo de este tipo de maltrato es intimidar, dañar y asustar, de manera que el agresor pueda obtener algo de su víctima.

Si bien el más conocido es el llamado acoso escolar, que se produce en niños y adolescentes, no debemos confundirnos: también existe el bullying entre adultos, lo que llamamos “mobbing”.

Acoso escolar: ¿por qué ocurre?

El bullying entre menores, o acoso escolar, suele producirse durante los momentos en los que el acosador (o “bully”) cree que las figuras adultas no le están observando: en los recreos, cambios de clase, transporte escolar…

Las causas que dan origen al bullying dependen de cada caso y situación, pero podemos destacar una serie de características comunes en el perfil del acosador:

  • El acosador escolar es incapaz de sentir empatía con su víctima, y por tanto, no es sensible al sufrimiento que provoca.
  • En muchas ocasiones, el origen de la violencia del acosador proviene de problemas sociales o familiares. En adición, puede que sean personas que también han sido o están siendo acosadas.
  • Otro factor que puede influir en el comportamiento del acosador es una situación socioeconómica desfavorable, o la existencia de una familia disfuncional.
  • Es importante recalcar que uno de los puntos clave para que los comportamientos de maltrato se produzcan es el clima escolar. Si el acosador se ve a sí mismo con ventaja sobre la víctima (por ejemplo, si no recibe castigo, o sus compañeros lo apoyan), se sentirá seguro con sus acciones, y por tanto, no cesará en su acoso.

¿Cómo saber si alguien está sufriendo bullying?

La detección del acoso es muy difícil, puesto que normalmente, la víctima tiende a ocultarlo de sus seres queridos y no pide ayuda. Como persona docente o familiar, es importante conocer a los niños y saber reaccionar frente a cambios bruscos en su personalidad.

Hay que tener en cuenta, desgraciadamente, que hay colectivos más propensos a sufrirlo, como el colectivo LGTBI+, en cuyo caso se denomina bullying homofóbico, o sencillamente menores percibidos como “diferentes”. No obstante, queremos recordar que cualquiera puede ser acosado, aunque no forme parte de estos colectivos.

Sin embargo, hay una serie de indicadores que pueden alertar a la familia y a los docentes:

  • Descenso del rendimiento escolar.
  • Depresión, ansiedad, irritabilidad o malestar generalizado. También se puede observar intranquilidad, como si el niño estuviera en estado de alerta constante.
  • Insomnio o dificultades para dormir.
  • Aislamiento social y apatía. El menor suele sentirse incómodo con otras personas, y presenta conductas de evitación.
  • Rechazo a ir al colegio, o a ver a sus compañeros (por ejemplo, clases extraescolares u otras actividades en los que sus compañeros se vean involucrados).
  • En muchos casos, y debido al miedo, el niño niega los hechos: por ejemplo, llega a casa con una herida a casa, e intenta ocultarla, o la encubre con algún tipo de mentira. En caso de duda hacia él, comienza una respuesta emocional extrema, como un llanto incontrolado o temblores.
  • En la peor de las situaciones, normalmente cuando el menor lleva sufriendo bullying mucho tiempo, o de forma muy intensa, aparecen las ideas e intentos de suicidio.

Recientemente, también contamos con la regla de las 4 Cs, elaborada por NACE (No Al Acoso Escolar), que nos indica lo siguiente respecto a cómo detectar el bullying:

  • Cambios: bajadas en las notas, cambios de humor, pérdida del apetito, pérdida o deterioro frecuente del material escolar, desinterés por relacionarse… cualquier cambio en la actitud o el entorno del menor puede ser un signo de atención.
  • Campanas: “Hacer campanas” es uno de los sinónimos del absentismo escolar, es decir, no acudir al colegio. El niño presenta el síndrome del “domingo por la tarde”, es decir, una somatización de la angustia y del miedo que cursa con dolores de cabeza, náuseas, etc.
  • Cuerpo: si la respuesta inconsciente de la víctima cambia (se encoge, mira al suelo, quiere esconderse), y sobre todo, si sentimos que se asusta fácilmente, es un signo de alerta importante. En este punto también pueden presentar lesiones y/o autolesiones.
  • Costumbres: los cambios en la vida diaria, como el querer llegar más pronto o más tarde al colegio para no encontrarse con los agresores; el no querer salir a la pizarra… La comprensión del lenguaje escénico puede proporcionarnos pistas muy relevantes a la hora de detectar un caso de acoso.

Tipos de bullying

Siempre que se hace referencia al bullying, solemos imaginar una forma concreta del mismo. Sin embargo, el bullying se puede producir de muchas maneras y con muchas intensidades diferentes. Según las pautas generales, las formas de acoso se dividen de la siguiente manera:

  • Acoso físico: en el directo, podemos observar golpes, empujones, o uso de armas para herir a la víctima. En el indirecto, lo más común es el romper o esconder sus cosas para que no pueda encontrarlas. Es el tipo de acoso más común, especialmente entre chicos.
  • Acoso psicológico: es aquel donde atacan la autoestima de la persona, y buscan producir miedo en ella mediante chantajes o intimidación, por ejemplo. Es uno de los más difíciles de detectar, ya que este tipo de acoso se produce a espaldas de cualquier persona que pueda ayudar a la víctima.
  • Acoso verbal: insultos, imposición de motes, amenazas o provocaciones. Es más utilizado por chicas a medida que se acercan a la adolescencia.
  • Acoso social: el objetivo de este tipo de acoso es aislar a la víctima. Se realiza difundiendo rumores, humillando a la víctima o tratando de convencer a otros niños para que no hablen con ella.
  • Acoso sexual: cualquier acción referente al acto sexual, o burlas acerca de la orientación sexual. En casos graves, pueden llegar a producirse conductas de abuso sexual.
  • Cyberbullying: ocurre a través de dispositivos electrónicos. La forma de proceder es mediante mensajes o e-mails desagradables, difusión de rumores por e-mail o en redes sociales, imágenes o vídeos denigrantes, o incluso la creación de perfiles falsos. Es un tipo de acoso grave y preocupante, ya que a través de las redes se consigue un gran alcance y una gran visibilidad. Con frecuencia, complementa a alguno/s de los vistos con anterioridad.
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Pilar Gómez Ruiz
Pilar Gómez Ruiz
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