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La relación entre el intestino y el cerebro es compleja y bidireccional. Se trata de una red de comunicación conocida como el eje intestino-cerebro.

Este eje conecta el sistema nervioso entérico (perteneciente al tracto gastrointestinal) y el central (alojado en el cerebro y la médula espinal), y desempeña un papel crucial en una amplia variedad de funciones tanto fisiológicas como psicológicas.

¿Cómo se comunican el intestino y el cerebro?

Estos dos órganos se encuentran interconectados a través de una red de nervios y neurotransmisores. Así, el sistema nervioso entérico puede enviar señales al cerebro a través de diversos neurotransmisores, como la serotonina o la dopamina, que se producen en la microbiota intestinal. Estos neurotransmisores influyen en el estado de ánimo, el comportamiento y las funciones cognitivas.

Por tanto, y gracias al estudio de esta comunicación, se ha demostrado que el intestino tiene un impacto significativo en la salud mental.

Problemas médicos bidireccionales

Sin embargo, debido también a este eje intestino-cerebro, un desequilibrio o problema en cualquiera de los dos órganos puede influir negativamente en el otro.

Del intestino al cerebro…

Si hablamos del intestino, algunas de las consecuencias de sus complicaciones a nivel psicológico pueden incluir:

  • Desequilibrios en la microbiota intestinal: se relacionan con trastornos del estado de ánimo, como la depresión o la ansiedad. Una microbiota diversa y saludable se asocia a mejor función cognitiva y a un menor riesgo de deterioro cognitivo.
  • Desbalances en hormonas que regulan el apetito y la ingesta de alimentos: pueden conducir a trastornos alimentarios, como la obesidad o la bulimia.
  • Síndrome del Intestino Irritable (SII): se trata de un trastorno gastrointestinal que produce, entre otros, dolor abdominal, hinchazón, cambios en los hábitos intestinales y malestar general. Se asocia con un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo. Además, se cree que el estrés emocional puede desencadenar o exacerbar sus síntomas.
  • Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII): estas enfermedades, entre las que se incluyen la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, son trastornos crónicos que inflaman y dañan el tracto gastrointestinal, llegando a causar síntomas graves. Además de a la parte física, este tipo de dolencias afectan a la salud mental y emocional, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo.
  • Síndrome del Intestino Permeable: se caracteriza por el aumento de permeabilidad en la barrera intestinal. Esto significa que sustancias no deseadas, como toxinas o bacterias, pasen directamente del intestino al torrente sanguíneo. Esto puede desencadenar una respuesta inflamatoria sistémica y afectar la función cerebral, causando fatiga, neblina cerebral, cambios de humor y dificultades cognitivas.

…Y al revés

Por otra parte, si hablamos del cerebro como causante, podemos sufrir las siguientes afecciones en el intestino:

  • Estrés crónico: aumenta la permeabilidad intestinal y provoca inflamación, lo que, a su vez, puede afectar la función cerebral y el bienestar emocional.
  • Estrés emocional y/o ansiedad: puede afectar a la función gastrointestinal, causando síntomas como dolor abdominal, diarrea o estreñimiento. Además, también pueden afectar a la microbiota intestinal, contribuyendo al desarrollo de problemas intestinales crónicos.
  • Depresión: las personas que la padecen a menudo experimentan síntomas gastrointestinales, como estreñimiento, dolor abdominal e hinchazón. También contribuye a la aparición o exacerbación de problemas intestinales, como el SII.
  • Trastornos neurológicos: por ejemplo, el Parkinson o la esclerosis múltiple, pueden afectar al sistema nervioso entérico. En el Parkinson se han observado estreñimiento y disfunción del esfínter anal. Mientras tanto, en la esclerosis, la inflamación y el daño del sistema nervioso pueden provocar disfunción gastrointestinal.
  • Trastornos del sueño: el insomnio o la apnea del sueño pueden alterar los ritmos circadianos del cuerpo, que incluyen los ritmos digestivos. Esto puede desembocar en problemas como la disfunción motora intestinal, el aumento del riesgo de SII y el desarrollo de enfermedades inflamatorias intestinales.

¿Cómo sé si me ocurre algo?

Identificar un problema en el eje intestino-cerebro puede ser un desafío debido a la diversidad de síntomas y a la compleja interacción entre ambos sistemas. Sin embargo, existen algunos signos y síntomas que pueden indicar algún tipo de desequilibrio en este eje:

  • Aparición o exacerbación de problemas digestivos crónicos.
  • Cambios en el estado de ánimo: depresión, ansiedad, estrés crónico o cambios repentinos en el humor.
  • Problemas del sueño, como el insomnio, despertares frecuentes durante la noche o dificultad para conciliar el sueño.
  • Fatiga y falta de energía o sensación de letargo.
  • Disminución de la concentración.
  • Cambios inesperados en el peso corporal sin una causa aparente.
  • Afecciones en la piel: acné, psoriasis, dermatitis, eczemas…
  • Aparición de dificultades cognitivas: problemas de concentración, neblina cerebral, falta de claridad mental o dificultad para tomar decisiones.

Si experimentas alguno de estos síntomas de manera persistente o recurrente, es fundamental buscar la opinión de un profesional de la salud, como tu médico de cabecera o un gastroenterólogo.

Tratamientos y prevención

El tratamiento de los problemas relacionados con el eje intestino-cerebro implica un enfoque integral, que aborde tanto la salud mental como la intestinal.

Hay muchas estrategias que pueden funcionar tanto en la prevención como en el tratamiento de este tipo de problemas. Nosotros queremos hablaros de las más importantes.

Dieta Saludable

Adoptar una dieta equilibrada y rica en alimentos nutritivos mejora la salud intestinal y reduce la inflamación.

¿Qué es apto y qué no para una dieta equilibrada? En resumen:

Intestino y cerebro

Probióticos y prebióticos

Los probióticos son microorganismos beneficiosos que pueden ayudar a restaurar y mantener el equilibrio de la microbiota intestinal. Los alimentos fermentados como el yogur, el kéfir, el chucrut y el miso son fuentes naturales de probióticos. Los prebióticos son fibras no digeribles que alimentan a las bacterias beneficiosas en el intestino. Incluye alimentos ricos en prebióticos, como ajo, cebolla, plátanos y alcachofas, en tu dieta.

En algunos casos, los suplementos nutricionales pueden ser útiles para mejorar la salud intestinal y el bienestar mental.

Reducción del estrés

La gestión del estrés es fundamental para mejorar la salud intestinal y mental. Practica técnicas de relajación como la meditación, el yoga, la respiración profunda o el mindfulness. Encuentra actividades que te ayuden a desconectar y relajarte, como caminar al aire libre, leer un libro o escuchar música.

El ejercicio físico regular no solo beneficia la salud intestinal, sino que también ayuda a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo

Terapia Cognitivo-Conductual

La terapia cognitivo-conductual es una forma efectiva de tratar trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad. Trabaja con un terapeuta para identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos, desarrollar habilidades de afrontamiento saludables y establecer metas realistas.

Si quieres obtener más información acerca de nuestra terapia cognitivo-conductual, contacta con nosotros sin compromiso.

Es importante recordar que cada persona es única y puede responder de manera diferente a diferentes enfoques de tratamiento. Trabaja en colaboración con profesionales de la salud para desarrollar un plan de tratamiento personalizado que se adapte a tus necesidades y objetivos individuales.

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Pilar Gómez Ruiz
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